domingo, 11 de diciembre de 2011

Perdidos en un cuarto


Inadaptados y abrumados por un sistema que les exige eficiencia y optimismo a cualquier precio, los hikikomori japoneses se encierran durante años en su cuarto. No hablan ni salen para comer. No les gusta el mundo. Se refugian en videojuegos, cómics, Internet y, oh sorpresa, libros que también devoran obsesivamente. La palabra hikikomori podría traducirse como recluirse en uno mismo. Son alrededor de un millón de automarginados que se suman al gran número de suicidios adolescentes que se producen en Japón. El año pasado la cifra de jóvenes inmolados fue de 72 mil. Los defensores a ultranza del capitalismo salvaje deberían pensar que ningún progreso tecnológico es gratuito. Por más que le pongan el nombre de redes sociales o economía sustentable de mercado. Y algo más. Cuando el sistema educativo expulsa en vez de incluir las consecuencias son fatales. En Japón cualquier chico conflictivo es denominado futoko, algo así como "no apto" para el estudio, lo cual se traduce luego en ijime, es decir, violencia y agresión. Leo estos datos en un diario español y pienso en el riesgo de que todos nosotros terminemos un día recluidos en un cuarto y convertidos en flamantes hikikomoris. Acaso mirando facebook y twitter o, por qué no, leyendo este blog. ¿Perdidos en el espacio? No. Perdidos en nuestra habitación.
L.

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