martes, 5 de junio de 2012

Pasaban ambulancias



Iba en bicicleta esta mañana, esta tarde, incluso esta noche llena de coches. Y entonces, claro, entonces se oían sirenas de ambulancia, combis terribles de color blanco abriéndose paso entre columnas y columnas de autos felices en plena ciudad por completo colapsada. Desde los autos sonaban regettones, gritos eufóricos, bocinas, insultos, noticieros de último momento. Una pareja se besaba en la calle con desesperación y un taxista mandaba mensajes de texto con rumbo desconocido. Y entre tanta energía cotidiana, claro, esa cosa de que no pasa nada y cada día es igual al que sigue y todo eso pero, claro, pasaban terribles ambulancias llevando cuerpos quizás ya muertos o a punto de, o yendo a buscar almas en pena o en riesgo, divinas ambulancias o en realidad señales claras y por suerte fugaces de que algo está pasando en medio de la gran fiesta de la vida.
L.

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