sábado, 3 de noviembre de 2012

Distancia

Si se quiere educar no hay que enojarse con la distancia. La lejanía no es una desgracia que deba ser evitada o abolida. La distancia es la condición normal de todo acto de comunicación. Los seres humanos son animales distantes que se comunican a través de la selva de los signos. La distancia que un ignorante debe franquear no es el abismo entre su no saber y el conocimiento del maestro. Al contrario. Es apenas el camino desde aquello que ya sabe hasta eso otro que todavía ignora. Pero puede aprenderlo, traducirlo, hacer algo con sus descubrimientos. Un buen maestro no rechaza la distancia entre saber e ignorar. Un buen maestro no enseña a los alumnos su propio saber. Les pide que se aventuren sin red en el bosque de las palabras y las cosas. Y que, al regreso, cuenten lo que vieron así como lo vieron y con la distancia incluida. Tal vez ellos sepan lo que debe hacerse o deshacerse al volver a casa.
L.

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