La enseñanza de cualquier cosa requiere de parte del maestro una dosis grande de paciencia. Las ideas son complejas, la vida es compleja, la explicación más compleja aún. Y ni hablar de la comprensión. Pero si el procedimiento es justo y la insistencia pasa a convertirse en una especie de fe, bueno, hasta es posible que una semilla ligera se instale entre algunos alumnos en cierto estado de latencia o dormida vibración. No es fácil adivinar cuándo florecerá o despertará aquello que se ha plantado con una dosis grande de paciencia. Quizás el milagro ocurra cuando el maestro ya no esté al alcance del discípulo. Pero a la larga su palabra pasará a convertirse en un oasis imprevisto y húmedo para el gran Sahara del planeta.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario