No se ve fácilmente el paso del tiempo. No se ven los días pasar como las aguas de un río turbulento. No se ve nada en realidad. Por eso creemos a veces que un día es igual a otro, que mañana será lo mismo que mañana y que pasado no traerá más novedades que el día de ayer o el de anteayer. No se ve el lento y demorado trabajo de la muerte en cada instante de pena o felicidad. Todo parece tan natural que nos acostumbramos a la vida y terminamos viéndola como algo monótono y eterno. Las transformaciones sin embargo se producen de una manera invisible y constante. No se ve fácilmente el paso del tiempo. Y eso que podría considerarse una sana virtud es la mayor desgracia. Dejemos ya de dormir y despertemos por fin. Veamos las aguas del tiempo volar sobre nuestras cabezas. Y tomemos posición ante el desastre mucho antes de que se concrete. En algún lado -dice la diosa bella, sensual y solitaria- en algún lado hay que pararse.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario