Acabo de ser entrevistado por treinta, cuarenta o aún más chicos y chicas que están en cuarto grado de una escuela primaria cercana a mi barrio. La iniciativa tiene que ver con un proyecto de radio impulsado por la maestra a cargo del grado. En ese contexto se produjo un diálogo cuidadosamente preparado por los alumnos que, antes, y con una buena guía de la docente, investigaron sobre mi persona como astutos detectives, leyeron parte de mis libros y hasta entraron varias veces a este blog con una lupa gigante. Se sorprendieron del nombre, suspendelviaje, de las fotos donde se ve gente desnuda, de algunos escritos que se publican acá. No conozco a un solo periodista o estudiante de periodismo que hoy sea capaz de hacer preguntas tan profundas y meditadas como las que me hicieron esos chicos de entre ocho y nueve años. Entusiasmados con la charla los alumnos de delantal blanco y ojos brillantes hasta sacrificaron un recreo para no interrumpir el rico intercambio. Después hicieron fila para despedirse con un beso, o regalarme un dibujo que hicieron mientras yo hablaba, o pedirme el mail para seguir dialogando, etcétera. La maestra encantada. Yo encantado. Y la sensación de que hay esperanzas. Voy a decirlo de otro modo haciendo uso de la clásica pregunta de Fito Páez. ¿Quién dijo que todo está perdido?
L.
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