viernes, 2 de noviembre de 2012

Reencuentro

Hace años que no veía a Paula. Tantos que en el medio conocí a Emilia, vendedora de bombachas en el Once, y decidimos vivir juntos para ver qué pasa. Alquilamos un PH en Colegiales y las cosas, sin entrar en detalles, se dieron bien. Emilia y yo somos maratonistas y salimos todas las mañanas a correr. De hecho fue así como nos conocimos. Un día la alcancé a mitad de camino, la miré como se mira a una mujer y lo demás se dio naturalmente. Lo de Paula ocurrió ayer a la salida del subte. Me asombró inicialmente su aspecto. Tacones altos, una pollera que apenas cubría sus piernas, una blusa transparente que dejaba ver, demasiado para mi gusto, el extremo de sus pechos sin corpiño. Casi chocamos pero eso no viene al caso. Paula se mostró feliz por verme pero no hizo preguntas. Me dijo que se había casado y que estaba embarazada. Yo le hablé de Emilia, para no ser menos, y de mis éxitos como escritor. De pronto se hizo un silencio largo y pesado. El hielo se quebró cuando Paula me dijo que le había gustado verme y que se iba porque se le hacía tarde para el médico. Nos dimos un beso en la mejilla y punto. Cada cual por su lado. Como cuando nos separamos, diez o veinte años atrás, y me fui en bicicleta. O como tal vez ocurra con Emilia, no sé, por ejemplo un día en que los dos dejemos de correr.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario