Si las palabras tuviesen algo que ver con lo que nombran qué fácil, sí tan fácil sería todo. Si hubiera algo del mar en la palabra mar, al menos una gaviota o un grano de arena o un poco de viento alzando las faldas, qué fácil, sí tan fácil sería todo. Si cuando dos personas se ponen a conversar se dijeran algo significativo, es decir, si llegaran a alguna conclusión amorosa, erótica, prometedora, lunar y con vistas al futuro, qué fácil, si tan fácil sería todo. Pero las palabras no nombran a las cosas. Pero las palabras refieren, apenas, a ellas mismas. Y uno se queda solo un día frente al mar y sabe que todo eso que está viendo y oliendo no se deja nombrar de ninguna manera. Y en condiciones semejantes sí, tan difícil, qué dificil es todo.
L.
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