lunes, 30 de junio de 2014

El canto de los peces


En la noche profunda se escucha vagamente el canto apagado de los peces. Para oírlo bien hay que aguzar el oído y acallar los motores. Además hay que cerrar los ojos y dejarse llevar por la inestable deriva de las cosas. Apenas se entienden las letras. Raramente figuran en ellas palabras como escama, branquia, aleta y otras voces previsibles. Quienes se han dedicado a descifrar el lenguaje de los peces registran vocablos poco ligados a la naturaleza específica del ser. La música de las canciones es suave y ligeramente amarga. Su duración es breve. Se dice que quien consigue oír el canto de los peces está enfermo de violencias marinas o piensa en temas por completo ajenos al mundo real. Ninguna de esas fábulas refiere a la comparación habitual con el peligroso canto de las sirenas. La canción de los peces es inocua pero, en algún punto, desesperante. 
L.

Sin filtro

Con filtro

Los filtros no sólo se usan en cigarrillos, piscinas, tanques de agua o fotografía. Son extraordinariamente útiles, también, a la hora de relacionarse con otras personas. Para establecer puentes o vínculos con el otro o la otra se impone inhibir la casi incontrolable tentación que a veces tenemos de no usar filtros para nada. Esta última actitud puede traducirse en palabras de más escritas en un mail, en hostilidad manifiesta o soterrada, en el goce explícito y no contenido a tiempo. El ataque, cualquiera sea su forma o color, volverá en forma de búmeran hacia el lanzador. Y el vínculo buscado sufrirá con la operación. ¿Usar filtros a tiempo nos libera del deseo profundo de no hacerlo y decir´y hacer lo que se nos da la gana? No nos libera. La siguiente duda es entonces qué hacer con ese plus de goce reprimido. Las opciones son las de siempre. Alojar el impulso en actos creativos, sublimar, hacer algo útil con la tentación. Dos movimientos entonces. Usar un filtro para salvar el vínculo, y, en una segunda fase, hacer algo productivo con la pulsión inhibida.
L.   

Trabajar en lo mío

Está esa idea que todos tenemos en mayor o menor medida y que al parecer se relaciona con algo llamado trabajar en lo mío, es decir, en lo que tiene que ver directamente con lo que estudié o con mi deseo o con mi clara vocación. Traducida a la vida práctica la idea llevaría a pensar que si bailo tango debo trabajar bailando tango, si canto debo ganar un sueldo a cambio de cantar lo que me gusta, si escribo debo trabajar, no sé, escribiendo libros, editándolos, traduciéndolos o haciendo algo en esa línea. Si me gusta viajar, por último, debería conseguir un empleo relacionado con los viajes eternos. La vida enseña que esos trabajos ideales no existen. Y que si existen la relación que tienen con lo mío, es, como mínimo, discutible. Dadas las escasas posibilidades que presenta el mercado laboral todo parece indicar que lo ideal es asegurarse un trabajo digno y bien remunerado en cualquier campo de la actividad, y, paralelamente, no renunciar al deseo. La propuesta es armar una carpa en el desierto, o, mejor, armar una burbuja de placer en el desierto de los días. Parece una utopía pero no lo es. Más raro es encontrar una actividad remunerada donde nos paguen por gozar con lo mío. Eso sí que es raro. No digo que sea imposible. Pero no es nada fácil de encontrar.
L.

domingo, 29 de junio de 2014


Asociación libre y mundial

Mi ignorancia futbolística favorece todo tipo de asociaciones libres y ajenas al deporte. Me inclino en general por los equipos chicos y no sabría decir por qué. Me alegra el triunfo de Costa Rica (pura vida) porque me hablaron de la belleza natural de ese país, el color turquesa del mar y la simpatía de los ticos. Nada que ver con nada. Simpatizo con la Argentina no sólo por razones patrióticas sino porque me caen bien Sabella y Messi. Estoy con Colombia porque Andrea es de allá y porque aprendí a querer al pueblo y al paisaje montañoso de ese sufrido y resistente país. El equipo brasileño también es mío porque hace años tuve en Río uno de mis grandes amores, Léa, carioca y morena, y además porque me gusta una zona próxima a Río de Janeiro bautizada con el curioso nombre de Siberia. Estuve con Chile pensando en Violeta Parra, Víctor Jara y Salvador Allende. Me hubiera gustado que México no perdiera dado que mi escritor preferido, Juan Rulfo, es de esa nacionalidad. Y eso para no hablar de Frida Kalho o de Florisse, amiga y fiel seguidora de Suspende. No tengo nada contra Uruguay dado que me gustan el candombe y la playa de Punta del Diablo. Me dio pena, por último, que perdiera Grecia. Me gustó Zorba el griego y mi filósofo más respetado es un presocrático llamado Heráclito de Efeso que si bien no pateaba la pelota se pasó la vida metiendo goles ante la mirada impávida de los geniecillos de Atenas. Y eso sería todo.
L.

La respiración

Con mi sombra hacia ti

Ahora sólo me queda buscarme de amante la respiración.  No mirar a los mapas, seguir en mí mismo, no andar ciertas calles, olvidar que fue mío una vez cierto libro...O hacer la canción. Y decirte que todo está igual, la ciudad, los amigos y el mar, esperando por ti, esperando por ti. Sigo yendo a teté semana por semana, ¿te acuerdas de allá? Hoy hablo de fusiles despidiendo muertos, yo sé que ella me ama y es por eso tal vez que te siento en sus alas...aunque ahora no estás. Y se siente en la conversación. O será que tengo la impresión, de la ausencia y de ti, de la ausencia y de ti. No quisiera un fracaso en el sabio delito que es recordar, ni el inevitable defecto que es la nostalgia de cosas pequeñas y tontas como en el tumulto, pisarte los pies...Las ideas son vagas hoy día y no puedo usar flores por ti. Hoy quisiera ser viejo y muy sabio y poderte decir lo que aquí no he podido decirte, hablar como un árbol...con mi sombra hacia ti. Como un libro salvado del mar. Como un muerto que aprende a besar. 
Para ti, para ti, para ti.

Besos tardíos

Hay besos que llegan tarde. Cuando vienen ya es de noche. Cuando son dejan de ser y no los podemos disfrutar en plenitud. Las bocas se abren a medias y la humedad se da, sí, pero fuera de tiempo. El problema no está en la persona besada. Al contrario. Es ella con la que soñamos. Ella es la que viene como un hada bajo la secreta luz del bosque. Pero el milagro ocurre tarde como ciertas olas o canciones. Hay besos que son los esperados. Pero llegan tarde.
L.

Brasil 2014

El extraño fútbol de los mayas


Cuando los antiguos mayas eran libres honraban a sus dioses jugando al fútbol hasta morir. A Chichén Itzá, Tulum y otras ciudades llegaban los equipos seleccionados entre los mejores representantes de la raza. Cuerpos bien formados y lujosamente ataviados se medían en certámenes que a veces duraban semanas enteras. El juego de pelota, como lo llamaban, tenía poco que ver con el fútbol actual. El balón, confeccionado con hule macizo, era extraordinariamente pesado. Los jugadores corrían por el campo haciendo gala de una extrema precisión. Las estrictas reglas fijadas por los sacerdotes les impedían tocar la pelota con las manos. Sólo podían impulsarla con golpes de cadera, piernas y brazos. Lo más asombroso era el trágico desenlace de los partidos. El juego era considerado una ceremonia sagrada y el equipo ganador era premiado con la decapitación inmediata de todos sus integrantes. La sangre derramada por estos inigualables deportistas servía para aplacar el enojo de los dioses y fertilizar la tierra. Era un privilegio que ninguno de los elegidos osaba despreciar. Los perdedores, en cambio, compensaban la humillación con la posibilidad de retornar a sus aldeas junto a sus hijos y mujeres cantando alabanzas al maíz y a las doradas manzanas del sol. Cambiaban el sacrificio heroico por una vida sin gloria. Hoy resulta fácil deducir que perder es, a veces, la única manera de ganar.
L.

¿Y después qué?


Me dicen que faltan apenas dos semanas para que termine el Mundial. El campeonato finaliza el 13 de julio. Y listo. ¿Qué será de nosotros cuando eso finalmente ocurra? ¿En qué ocuparemos nuestras horas? Para hoy, día del suicidio, me salvan dos partidos que se ocuparán de mí primero a las 13 y luego a las 17. ¿Y después? ¿Qué haré de mi vida vacía y comparable al agujero negro que muestra la foto que ilustra este posteo? ¿Qué será de nosotros sin Maracaná, sin tensa espera, sin goles decisivos? ¿De qué hablarán las parejas y los amigos? ¿Con qué maldita excusa se organizarán asados y picadas? Habrá que pensarlo y hacerlo ahora. Para el 13 falta poco y nuestras vidas sin Mundial volverán, sí, a vaciarse de todo sentido. Habrá que anotarse en un curso, escribir o pintar algo, cantar, llevar los chicos a la plaza, no sé, habrá que inventar algo. Pero que sea ya.
L.

Escena


Había que hacerlo antes

Era demasiado fácil amarla en los bosques entre caminos sembrados de raíces largas y negras. Tan sencillo tocarla en la orilla del lago parecido a un mar, saltando ramas que crujían como puertas de películas de miedo, perdiéndose incluso y temblando de frío. No había que esforzarse mucho para besarla y olerla con especial dedicación en semejante contexto interrumpido a veces por un zorro de ojos temibles y ligeramente achinados. O, también, oyendo caer del cielo alaridos desesperados de águilas hambrientas o locas, extraviados los dos a pesar de las cañas amarillas que iluminaban todo. Tan fácil era amarse en los bosques maltratados por el viento. Sin veneno en los cuerpos y hacerlo antes, un poco antes de que el río inundara el mundo hasta disolverlo como terrón de azúcar en el agua tibia.
L.

Buenas migas

Socialismo o barbarie

Los gobiernos y empresarios más poderosos del mundo han contemplado con indiferencia las lluvias de pájaros agónicos, el colapso de los insectos, el apocalipsis de las mariposas, la dramática reducción de las abejas. Y eso para no hablar del exterminio masivo de hombres, mujeres, ancianos y niños. Y sólo ahora parecen tomar conciencia de que esas abejas hacen falta, que el cambio climático del que se les advierte hace décadas puede afectar la economía propia. Gobiernos y empresarios del mundo sólo sienten el mal cuando les toca el bolsillo. Y son por ello los últimos en verlo. De pronto se ven rodeados de hambre, fealdad, inseguridad, pobreza. ¿Pero cómo es posible?, se preguntan. ¿Acaso hicimos algo mal? Ciudades colapsadas, guerras interminables que no hacen más que aumentar, amenazas por doquier. Por algo dice Wilde que los verdaderos egoístas, es decir, los que quieren salvarse ellos y nada más que ellos, deberían abolir ya mismo la propiedad privada, distribuir con justicia las riquezas, dejar de violar los derechos humanos, garantizar al menos salud, vivienda y educación para todos, y, sobre todo, dejar a la gente en paz. Castoriadis encontró un lema que es casi, hoy, una alternativa sagrada. Socialismo o barbarie. No queda mucho tiempo. En la vida hay que elegir.
L.

sábado, 28 de junio de 2014

Ella I

Ella II

Será el tiempo en que tome camino, en que desate su rostro y hable y vomite lo que tragó y suelte por fin su sobrecarga, recitó a medias el Celador, mientras yo veía a través del vidrio empañado a la mujer que había detenido el bus con la mano larga y vendada, en un costado sombrío de la selva negra. Mucho después sabría que la mujer se llamaba Anna o Clara y que venía o decía que venía de páramos humeantes. Cuando subió al bus entendí que el destino me estaba diciendo algo que de algún modo se relacionaba con ese pelo apretado, un poco lustroso como los labios gruesos e insinuantes, el cuerpo desbordado, los pies sucios, en parte deformes. La mujer no respondía siquiera a las preguntas del molesto Celador. De pronto Anna o Clara o como diablos se llame me miró y dijo ven, marcando el tono evidente de colombiana, es decir, de víctima absoluta y sin futuro. Ven, me había dicho otra vez. A veces navegamos a favor de la corriente y otras veces contra ella, pensé. Y acudí al llamado.
L.

Contra el sometimiento

Someterse al dictado de los poderosos es una costumbre arraigada en el mundo y también en las personas. Es conocido el caso de mujeres sistemáticamente golpeadas que ocultan su situación y sostienen la pareja a cualquier precio. Tampoco es raro el caso de individuos que eligen la esclavitud y hasta gozan con ella. También es sabida la opción de los llamados países normales por la sumisión y la entrega generosa de sus recursos naturales a los podridos poderes del mundo. ¿Y eso a cambio de qué? ¿Cuáles son las ventajas de dormir todas las noches con el enemigo? La Argentina vive en estos días una instancia crítica donde también habrá que optar por un camino o por otro. La independencia personal o colectiva suele ser mal vista en el planeta. Bajar la cabeza, en cambio, parecería ser una señal de madurez, inteligencia, equilibrio. Callar, mirar para otro lado, dejarse matar incluso, son actitudes muy aplaudidas en determinados ambientes. Habría que pensar mejor esa cuestión. En innumerables casos la confrontación empujó la historia hacia adelante. Y eso fue así aún contabilizando fallos, traiciones, desilusiones posteriores. De pronto un hombre, una mujer o un país llegan a un cruce de caminos decisivo y severo. Una vez más, como siempre, habrá que optar.
L.

En el fútbol como en la vida

Sin goles no hay destino. Y en los octavos de final el destino pide resultados y nada más que eso. No importa el desarrollo del proceso. No importa la mayor o menor habilidad de los hombres. Las jugadas de pizarrón no resuelven el dilema principal. No hay vida sin goles. No hay futuro al margen de una pelota entrando al arco. Los goles deciden la suerte de los protagonistas. Como las monedas. A cara o cruz. No alcanza el fútbol, por mejor que sea, si no hay goles. No hay punto medio ahora. La alternativa es clara. Definición o muerte.
L.

Colombia, todas las voces

Vida interrumpida

Como todo el mundo sabe el coitus interruptus es un método anticonceptivo por el cual una pareja tiene relaciones íntimas pero el miembro masculino es retirado un poco antes de la eyaculación. Pensé que el método podría ser una metáfora perfecta de la vida contemporánea. El jueves último, en el transcurso de un taller de escritura, tuve la mala idea de preguntar a los alumnos si eran capaces de leer un cuento completo sin mirar el celular o cualquier otra pantalla. La respuesta fue desoladora. Nones. La lectura de relatos como El otro cielo, Un día perfecto para el pez banana, El hombre que ríe o Nadie encendía las lámparas suele ser suspendida, ejemplificó un alumno, entre diez y quince veces. Recordé para mí algo escrito aquí hace poco. Según un estudio confiable más del 20 por ciento de los actos sexuales son detenidos si suena un celular en el cuarto. No hay ya conversaciones continuas entre la gente. En escuelas y universidades ya no es posible dar clase. La existencia humana se ha discontinuado en todos los campos. Se acabó la secuencia y la paciencia. Cuando hablo de estos temas suelen decirme que el problema no está en la herramienta sino en el uso. No es verdad. Y el fondo de la cuestión fue descubierto hace tiempo por McLuhan. El medio es el mensaje. O sea. Coitus interruputus, librus interruptus, la vida, sí, interrumpida para siempre.
L.

Mil veces no debo

A la Madre Isabel le debo mis brazos firmes. No sé cuántas veces me obligó a permanecer con las manos arriba durante horas como reprimenda por mi mala conducta. A los cuatro años resulté ser una niña bastante rebelde para los cánones de las monjas eucarísticas. Me escapaba de clase para recoger flores de manzanilla, le huía a las presentaciones y me mojaba el pelo si tenía calor. Todo eso era una afrenta grave para la reverenda morena y gorda. Me forzaba, además de castigarme, a escribir mil veces no debo. Terminé el preescolar con los músculos fortalecidos y una excelente grafía. Fue también gracias a ella que conocí los infinitos nombres del infierno. Averno, tinieblas, orco, horno tostadero. El que más me gustaba era el de paila mocha. La Madre Isabel me quería a su modo. Me lo demostró con los abrazos asfixiantes que me daba al final de clase y con la pequeña estatua de la virgen que me regaló cuando cumplí cinco años. Hace mucho que dejé de ser católica...si es que alguna vez lo fui. Pero tuve que asistir a tantos rezos, misas y catequismos que algo de eso quedó en mí. Cómo decirlo. Una cierta sensación de culpa, la idea de que alguien me está mirando siempre y, también, unos brazos fuertes capaces de cargar con la más pesada cruz.
Andrea

La belleza

Desde un sentido práctico se nos quiere convencer de que no hay belleza en el mundo, que todo es una pura mierda, que es mejor adaptarnos a la evidencia y convertirnos todos, también, en una pura mierda. De tal modo podríamos ser parte de un sistema de vida que privilegia el consumo, la satisfacción inmediata, la resignación a lo que está como forma excluyente de pasar la vida. Pero basta abrir los ojos así sea una vez para comprobar que la belleza existe, que asoma invencible como un dios entre las grietas, que nos interpela a cada instante. Depende de cada uno decidir qué hacer con ella.
L.

viernes, 27 de junio de 2014

Una luz en la ventana

Dos o tres historias

La mayoría de los escritores se repiten una y otra vez al componer cuentos o novelas. Apenas han vivido unas pocas experiencias fuertes en su vida. Sobre esa base escriben lo que pueden. Es inútil que se acerque un amigo y les cuente que fue asaltado por un grupo de piratas chinos en una isla desierta. Es más inútil aún que el amigo diga también que su novia fue amordazada y posteriormente violada por los piratas chinos. Y que, por si lo ocurrido fuera poco, un volcán cercano entró en gravísima erupción. Un escritor de verdad nada puede hacer con eso. Y no puede porque las experiencias de los otros no forman parte de su infancia, sus recuerdos, su estilo, sus angustias y alegrías. Por eso la mayoría de los narradores se repiten y cuentan apenas dos o tres historias luego disfrazadas de cien más. Y por eso suele decirse que no importa tanto lo que cuenta un escritor sino, apenas, desde dónde y cómo lo cuenta.
L.

La verdad obscena

En la tradición de la lengua española hay clásicos obscenos de distintas épocas. Por ejemplo El Archiprieste de Hita o los textos de Quevedo. Pensaba en esto al releer una novela clásica de la literatura de Puerto Rico titulada La guaracha del Macho Camacho. Eso para los que dicen que solamente leo a Onetti. En La guaracha hay un repertorio amplio de palabras sucias propias de la isla. Lo obsceno, ya se sabe, es difícil de definir. Se lo asocia con la fealdad, la cópula, lo que está fuera de lugar. Con frecuencia alude a funciones del cuerpo. El vocabulario referente al acto sexual y a los órganos que intervienen cae bajo esa categoría. Lo obsceno alude también a la cultura visual, a las imágenes, a ciertos hechos. En la actualidad se lo tiende a confundir con la pornografia. Desde lo lingüístico la obscenidad resulta muy productiva dado que obliga al escritor a usar eufemismos, rodeos, metáforas a veces muy creativas y estimulantes. Lo obsceno es tabú. Su uso y su estudio permiten desocultar, un verbo que para Heidegger era el mejor sinónimo de la verdad, algo que, como se sabe, siempre está fuera de lugar.
L. 

Una visión del amor I


Una visión del amor II

Dice Lacan que amamos a la persona que responde a la pregunta quién soy. Dice que nos enamoramos de aquel o aquella que tiene la respuesta a esa duda. Dice Lacan que algunas personas saben provocar amor en los otros. Son los serial lovers y conocen qué botones apretar para hacerse amar. Pero los serial lovers casi no aman. Juegan con sus presas al gato y al ratón. Se resisten a admitir que necesitan a otro. Para amar, dice Lacan, hay que aceptar la falta propia, la castración, y ponerla (no pensar mal) en otra persona. Amar es dar lo que no se tiene. Aceptar la falta, dice también Lacan, es algo propio de las mujeres. Sólo se ama verdaderamente desde lo femenino que anida en cada ser. De ahí cierto malestar masculino ante el hecho amoroso. También dice Lacan que cuando un hombre se consagra mucho a una sola mujer ella tiende a adquirir para él un carácter maternal. En tanto la mujer sea considerada más sublime e intocable resultará más amada. Pero tanta adoración presenta un problema. No hay trato físico ni deseo con la mujer santa o idolatrada en exceso. Para que el encuentro sexual sea posible el objeto de deseo debe ser degradado en parte. Lacan, en resumen, dice que el diálogo de un sexo con el otro es imposible. Los enamorados están condenados a aprender indefinidamente la lengua del otro. Lo hacen los dos a tientas buscando claves siempre discutibles. El amor, dice por último Lacan para complicar aún más las cosas, es un laberinto de malentendidos cuya salida no existe. 
L.

Llegó con tres

Las tres heridas I

De las famosas tres heridas señaladas en un igualmente célebre poema por Miguel Hernández la del amor es, quizás y aunque duela, la más buscada. Ya Pablo dice en su famosa carta bíblica a los Corintios (XIII) que el amor es incluso más importante que la fe. Dice también el Apóstol que el amor todo lo puede, todo lo soporta, es paciente, es servicial, no es envidioso, no hace alarde, no procede con bajeza, no se envanece, no se alegra de la injusticia sino que se regocija con la verdad. El amor, en fin, todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera y nunca se acaba. ¿Será para tanto? Habría qué pensar. Todo el mundo sabe que llevado al extremo el amor puede conducir al crimen, a la desesperación, al fracaso. Quizás esté sobrevalorado. Pero eso sí. Cuando está le da un colorcito a la vida y, por qué no decirlo, también un calorcito...sobre todo en invierno.
L.

Las tres heridas II

La vida en sí misma es un misterio inconcebible y asombroso por donde se lo vea y se lo beba. Alcanzaría pensar en la cantidad de azares y accidentes que debieron confluir para que estemos de pie, pensando, amando, sufriendo, copulando y respirando para entender de qué se trata la cuestión. Es cierto que a veces nos sabemos qué hacer con el raro privilegio de estar vivos. Mucha gente ocupa gran parte de su tiempo en distraerse o en buscar la felicidad eterna como bien supremo...cuando todos sabemos que la felicidad nunca hizo feliz a nadie. Otros se inclinan por evadirse o perderse en lo cotidiano. Esas técnicas son atractivas, y de algún modo efectivas, pero de corto aliento. Mucho mejor que vivir narcotizados es vivir sabiendo, permanecer despiertos, atentos, hacerse cargo de cada paso que damos. El otro camino, dejar que pasen los días a la espera del gran día, no da resultado. Ya se ha probado. ¿Qué hacer entonces con la vida? Entregarse a la experiencia es una opción. La otra es dejar por lo menos una huella en la arena antes de convertirnos, también nosotros, en una parte ínfima y seca de la arena de la playa.
L.

Las tres heridas III

A primera vista no parece la muerte un tema estimulante. Al contrario. Mucho mejor es o sería hablar del mundial de fútbol, de sexo, de amor, de un asado o un viaje. A segunda vista, sin embargo, la muerte es quizás el tema más estimulante de todos. Basta pensarlo un poco para aceptar que de veras es así. La conciencia de que todos vamos a morir tarde o temprano, tal vez hoy, es quizás el estímulo más potente de la existencia individual y colectiva. La sola posibilidad de que todo se interrumpa nos impulsa a crear, soñar, ver el mar, entrar al mar, tener hijos, enamorarnos, cambiar de casa o de país, cantar canciones olvidadas. Nada de lo que se haga es suficiente para oponer vida a la interrupción fatal. Cabe insistir. A primera vista no parece la muerte un gran tema. Pero a segunda vista es lo único que nos impulsa a entregarnos, en cuerpo y alma, a esa cosa rara y deliciosa llamada vida.
L. 

Nada más queda

De un amor, si fue amor, no queda nada. Inútil escuchar canciones de los viejos tiempos, entrar de nuevo a bares donde se dijeron cosas, cruzar esquinas donde chocaron vasos, evocar gestos solemnes y mal actuados en la estación abandonada. Todo va decantando y se evapora hasta resolverse de a poco en materia oscura. Primero se borra un nombre, después el otro, luego desaparece hasta la corteza donde un torpe corazón fue dibujado. Por algunos meses o años subsiste un remanente que luego se evapora como las nubes del último verano. De un amor, si fue amor, no queda nada.
L.

La sopa


jueves, 26 de junio de 2014

Prueba

Con lo que falta, con lo que resta, con lo que sobra y lo que asombra. Con lo que duele, con lo que calma, con lo que hunde y lo que salva. Con eso y con lo otro, con la rueda cansada del último tren, con la nueva, con el humo de la máquina invencible. Con el cuerpo en ruinas, con la novedad, con el sueño que nunca será más que sueño. Resistir con lo muerto. Amar en última instancia y por si acaso. Con lo que falta, con lo que sobra, con lo que resta  y duele. Pero amar.
L.

Los días felices I

La lectura del diario de Pizarnik deja huellas en la piel más dura. Cada párrafo es un abismo. Y eso que voy apenas por las primeras cien páginas del libro. Llama la atención ahí cierto egocentrismo enfermizo que de pronto se mezcla con humor y referencias a momentos de gran plenitud. Lo que también se percibe es demasiado enamoramiento del yo. En ocasiones Alejandra entiende que poesía, vida y mundo no están divorciados. La preocupación obsesiva por el contacto físico parece un camino posible. La palabra poética, dice, debe estar llena de polvo, de cielo, de amor, de orín, de sexo, de violetas, de sudor, de miedo. Es una pena que la poeta no haya profundizado en la visión del lenguaje como instrumento fallido, incompleto y alejado de la noción de absoluto. De haberlo hecho, quién sabe, la chica no se hubiera matado. Imposible saberlo.
L.

Los días felices II

Releo el diario íntimo de Pizarnik y escucho canciones que nada que ver y pienso en bosques disueltos en la niebla, y en el mar también, y todo parece fundirse en la noción ambigua de los días felices, cosas pasadas, algo que no puede comprobarse por senderos conocidos. Y de pronto exagera Alejandra que solo una vez fue feliz y el hecho ocurrió, por lo que ella dice o siente, el día en que corrió a caballo desnuda y en la playa. Fue entonces cuando palabras como tierra, sangre, sexo y no sé cuántas más adquirieron para ella realidad y se hicieron tan visibles que desapareció la voz. El sentir y el hablar no se diferenciaban y yo releo el diario al pasar, escucho canciones que nada que ver y pienso en bosques disueltos para siempre en la niebla, todo reunido en la noción ambigua pero cierta de los días felices.
L. 

Madrugadas sin ir a dormir

Dos libros

No me gusta recomendar libros. La alegría propia, como sucede en el amor, no siempre es compartida por los otros y las otras. Cada cual encuentra su libro en el momento indicado. Hecha y deshecha la aclaración voy a negar todo lo expresado y recomendar dos libros cuya lectura no solo es virtuosa sino que invita a escribir y a vivir mejor. Con más vuelo, más encanto, más dulzura y profundidad. Me refiero a la novela breve o cuento largo de Juan Carlos Onetti llamada o llamado El pozo (1939). Y me refiero también a la novela de amor titulada Los pasos perdidos, del cubano Alejo Carpentier (1953). No creo que hagan falta más libros en la biblioteca del buen lector. Acaso uno más, sí, uno más. Para ángeles y gorriones. Contiene hermosos poemas del chileno Jorge Teillier. Con esos tres alcanza y sobra.
L.

La cosa en sí

Está esa manía tendiente a generalizar, improvisar leyes globales, meter todo en casillas, clasificar sin entender, negarse a la cosa en sí, a lo singular de cada objeto o ser, lo único y por eso extraño y por eso también fascinante. Si alguien ve a un hombre no puede verlo porque ve al mismo tiempo a la humanidad entera. Una flor es todas las flores. Este blog es todos los blogs. Parece que la cosa en sí es tema del pasado. ¿Por qué será? ¿Demasiada información? ¿Resistencia a las huellas dactilares? ¿Ya no queda tiempo para observar algo, cualquier cosa, en silencio y con la mayor atención?
L.

miércoles, 25 de junio de 2014

Naufragios

Nadie cambia a nadie

Decir a esta altura que nadie puede cambiar a nadie no es novedad. Quienes lo intentaron fracasaron. Algunas mujeres suponen que sus novios o maridos se dejarán moldear con el tiempo. Se esfuerzan para ello y algo consiguen. Pero no ha sido más que una pobre concesión. No cambian los novios y maridos. No cambian las mujeres. Y si alguien lo hace es resultado de un lento proceso interior en el que poco tienen que ver los de afuera. No podemos cambiar a nadie y tampoco puede enseñarse nada fundamental a ninguna persona. Los budistas resumían la idea en una espléndida máxima. Sé tu propia lámpara, decían. Cada cual debe aprender a tomar la luz de sí mismo y no servirse del brillo ajeno. No tratar de parecerse a nadie. Los que disfruten de la literatura y la escritura no deben imitar a los clásicos ni deprimirse ante los genios. Quien quiera llegar a algo debe fundar la literatura nuevamente sin ignorar, claro, a los que nos precedieron en el camino. Y si no podemos cambiar a nadie tampoco podemos cambiar el mundo. Esto es así aunque duela. Pero podemos seguir el consejo de Rimbaud. Cambiar la vida. O el de Jean Paul Sartre. No importa tanto lo que hacen de nosotros sino lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros.
L.

Dibujar borrando

Todas las mañanas Suspendelviaje se arrepiente de posteos subidos a la noche y borra unos cuantos. No sólo textos. También músicas e imágenes. La razón del borramiento no es sencilla de explicar. Forma parte quizás de cierto cuidado que nos debemos a nosotros mismos y a los visitantes ocasionales o permanentes del blog. Para decirlo más directamente. Borrar, para nosotros, es una manera de dibujar mejor la huella del pie en la arena húmeda de la playa. Dibujar borrando.
L.

Pensamiento positivo

Una de las falacias más grandiosas que se ha instalado en la sociedad contemporánea es la idea del pensamiento positivo. Nadie sabe bien de qué se trata. La noción carece de todo fundamento médico, homeopático, filosófico, higiénico o espiritual. Pero todos la repiten como un mantra una y otra vez. Pensamiento positivo, ponerle ganas a la vida, ver en todas partes solo y solamente la parte linda y divertida, adoptar una actitud siempre optimista, rozando la estupidez, y sonreír como narcotizados incluso ante las desgracias personales, aquellas de las que nadie se salva, ni siquiera los que inventaron la idea hueca y absurda del pensamiento positivo. Suponer que de verdad hay algo así es equivalente a suponer que existe algo llamado pensamiento negativo. Quizás la única fuente del equívoco esté en la prosa de autoayuda según la cual el mundo se divide entre gente tóxica y gente sana. O entre gente buena y gente mala. Qué fácil sería todo en ese caso. No habría de qué preocuparse. La única cosa que permanece constante en la vida es el cambio. Es casi lo único que se podría decir acerca de nosotros, los otros y lo otro. Pero para qué seguir dándole vueltas al asunto. La idea del pensamiento positivo no lleva a nada positivo. Pensar, de la manera que sea, eso sí que hace falta. Un poco al menos. 
L. 

martes, 24 de junio de 2014

La ilusión del verso puro


Está esa idea de "lo poético" visto como lo estúpido, la ensoñación de una noche de verano, tules al viento, bellas imágenes de gran aliento y ángeles divinos. El mal aliento, ya que estamos, tiene el acceso prohibido al poema. Y eso para no hablar de las manchas en la mesa o en las sábanas después del amor. La política, los pelitos, el deseo sexual, el ruido del océano a ciertas horas de la tarde, la caca de palomas, el pis de gato, de mujer o de hombre, la metáfora cargada de fluidos, el deseo de justicia, los hongos que a veces florecen entre los dedos del pie. Todo eso está vedado en la escritura porque no es poético, no es elevado, es, se diría, como la ropa que nadie jamás ha usado. La poesía de verdad no teme ensuciarse en el barro sagrado de la vida. Pero ni eso alcanza para crear música y belleza desde lo impuro. Tampoco deben faltar, como advierte Neruda, la luz cenicienta de la luna, el cisne en el anochecer, los viajes de Alicia y los te amo para siempre. Quien huye de lo impuro cae gravemente en un vacío sin rocío. Quien huye del mal gusto cae en el hielo.
L.

La ilusión del sexo puro

F dice que los martes se encuentra con M solamente para tener sexo. Es algo puramente físico, aclara. F y M vivieron juntos hasta hace dos años. Ahora se hizo costumbre entre ellos la cita puntual de los martes en un discreto sitio del barrio de Almagro. Lo que hacen con M, explica F, es un acto desprovisto de emociones. Para eso, explica, están las respectivas parejas. No hay otra cosa. Resume el tema diciendo que sus cuerpos tienen buena química, es la palabra que usó, y que ahí termina todo. El argumento es razonable pero cuesta aceptarlo. Desde que hay lenguaje el comportamiento animal no resulta sencillo. El coito se transfigura y los fluidos empiezan a mezclarse con pulsiones invisibles, palabras, sentimientos, celos, anhelos ocultos y aspiraciones tan grandes como complejas. Es una rara mixtura de alma y cuerpo. La ley del placer y el deseo se resuelve en lejanas lejanías. Y no hay manera de nombrarla.
L.

No siempre

No siempre los poetas son poéticos. Pasa con los artistas en particular y con la llamada gente buena en general. Cuando se los conoce no siempre son lo que dicen ser. Los enamorados no siempre son amorosos. Muchos de ellos siguen los pasos de Narciso y se pasan la vida mirándose el ombligo. Cuidado con los buenos y sensibles. Suelen ser los más egoístas, los más crueles y muy escasamente solidarios. Eso sí. Lloran en el cine y en terapia. Se emocionan por vía de las redes sociales. Mandan grandes besos y abrazos y hasta se muestran dispuestos, por mail, a estar ahí cuando se los necesite. Los ilusos no tardan en comprender que los buenos no son tales. Que no estarán ahí. Que desde la promesa son un amor pero desde la vida son una divina estafa. Se recomienda, por eso mismo, conocer a la gente por sus actos y no por su discurso. Para empezar no está mal.
L.

lunes, 23 de junio de 2014


Mirando fijamente

Mirando fijamente el sol un observador quedaría ciego. Demasiada luz. Demasiado fuego. Apenas es o sería posible mirar la sombra del cuerpo dibujada en el suelo por la luz que no podemos mirar de frente, no demasiado tiempo, no porque enceguece como la verdad. No parece aconsejable mirar lo que pasa en carne viva, el cuerpo desnudo y obsceno de la vida, porque nos quedaríamos sin saliva y sin olores que repartir o entender. Mirando fijamente el cielo uno caería en un abismo sin fondo y entonces quizás sea conveniente verlo todo de costado, como sin querer, sin intención, de pasada, mirar el sol sin mirarlo, y cerrar los ojos de pronto como para ver, bien adentro de nosotros mismos y muy por afuera del mundo, lo que realmente queríamos ver. Mirando fijamente el sol un observador quedaría totalmente ciego. Demasiada luz. Demasiado fuego.
L.

En el mudo corazón del bosque


Y decirte que nada está igual

Y entonces me preguntaba si en épocas pasadas los hombres añorarían las épocas pasadas, como yo ahora, claro, ciertos modos de vivir que el hombre y la mujer habían perdido para siempre, y encontrarme con toda esa gente que bebía diariamente para defenderse contra el desaliento, las congojas del fracaso, el descontento de sí mismos, el miedo al rechazo, los ojos que sólo se encontraban por casualidad, y decirle o decirte que nada está igual, que la calle de las funerarias no es la misma que fuera, que escribir se parece a trazar letras con humo en el cielo, y entonces, porque no había otro modo, regresaba a su carne que me era necesaria pues hallaba en su hondura la exigente y egoísta animalidad que tenía el poder de modificar el carácter de mi perenne fatiga, pasándola del plano nervioso al plano físico, y eso que yo bien conocía el terrible tránsito de los que lavan la camisa única en la noche, y entonces, porque no podía ser en otro instante, me preguntaba si en épocas pasadas los hombres añorarían, como yo ahora, las épocas pasadas.
L.

Y decirte que todo está igual

Estudiante crónico

Casi todos los que me rodean saben todo sobre todo. Nadie duda siquiera un instante sobre nada. Al contrario. Basta que se mencione cualquier asunto para que de inmediato aparezcan teorías perfectas, respuestas brillantes, conclusiones precisas. De nada sirve advertir que la vida es compleja, que no todo es blanco o negro, que habría que tomarse al menos un tiempo para pensar. De nada sirve recordar que durante siglos, y aún hoy, se sigue diciendo que el sol sale y se pone como si viviéramos en tiempos anteriores a Galileo y Copérnico. Los que me rodean entienden de literatura, psicología, sexualidad y hasta de matemática. Ante semejante muro del saber me muestro vacío, vacilante, inexperto en casi todas las cuestiones. Mi curriculum vitae está compuesto apenas por hojas en blanco. Nada. Se me piden títulos y a lo sumo podría escribir con lápiz, en un papel manchado de aceite, las desoladoras palabras estudiante crónico. Quizás por eso, a continuación, llegan las miradas de desprecio o superioridad de los sabios certeros que me rodean.
L.  

Ayuno

Llega la hora del ayuno y la limpieza general. Llega la hora de vaciarse del sobrante. Es tiempo de adelgazar el pensamiento, la mirada, el instinto. Todo más liviano y ligero. Todo menos denso y pesado. Llega la hora de la desnudez y el retiro. La de reducirse por fin a lo esencial. ¿Qué es lo esencial? Llega la hora de pensarlo.
L. 

domingo, 22 de junio de 2014

La ola

Dice la surfista que pasa gran parte del tiempo en una tabla. Se ubica más allá de la rompiente y espera la ola de su vida. El tiempo se estira sin remedio y las olas que llegan no le sirven. Son bajas, no se ahuecan, no la abrazan, no la llevan a la costa. Puede también ocurrir que la gran ola, la divina y perfecta, venga por fin y la surfista no alcance a sentirla en profundidad. O porque está distraída o porque piensa que esa ola no le viene bien. La surfista dice que a veces pierde la paciencia y monta en la primera espuma que brilla ante sus ojos verdes y enormes. Cuando la sed es grande, dice, conviene dejar de esperar la ola de la vida, si es que existe, y lanzarse de lleno, en cuerpo y alma, al puro mar de las causas perdidas.
L.

La rebelión posible

Un problema que tiene el museo del Louvre en París es la cantidad abrumadora de obras expuestas. En una sola pared hay a veces hasta 50 cuadros distintos. ¿Quién puede verlos a todos con una mínima atención? En el caso de hacerlo es muy probable que los cuadros sean olvidados en escasos minutos. Es lo que pasa también con la sobreabundancia de información a la que diariamente estamos sometidos. Tantas noticias dispares bloquean el cerebro y nos vuelven cada vez más dispersos, confusos e ignorantes. Nos hemos vuelto pobres -decía al respecto Walter Benjamin-. Hemos ido entregando una porción tras otra de la herencia de la humanidad teniendo que dejarla en la casa de empeño por cien veces menos de su valor para que nos adelanten la pequeña moneda de lo actual. Convertidos entonces en esclavos del presente, ese espejismo lleno de sombras y fantasmas, no podemos ver y mucho menos entender eso que vemos. Pizarnik lo supo. La única rebelión posible consiste en mirar una rosa, una sola, hasta pulverizarse los ojos.
L.

sábado, 21 de junio de 2014

Azul

Soledad

La soledad no es una desgracia ni un castigo ni una maldición. Es quizás lo más humano y esencial de cada uno. Esa condición no disminuye por más que estemos rodeados por un millón de amigos. Seguiremos solos en la multitud. Ni la amistad ni las fiestas ni el amor tienen la misión de combatir eso que nos constituye y nos convierte en personas. Al contrario. Buscamos amigos y amor para que alguien nos acompañe a estar solos. Para dejar que otros compartan el vacío con nosotros. Para saber que dos soledades pueden encontrarse exactamente igual que dos bocas en un beso.
L.

Y si ese ya no es un mar

Escribir seco

La madera seca arde mejor que la húmeda. Ante la inflamable materia de los hechos y los sueños conviene que el escritor use un solo fósforo. O ninguno. Llevada a la prosa o la poesía la idea se traduce en elegir un estilo preciso, directo, limpio. Y descartar de plano la imprecisión, la especificación débil, lo emocional cuando es sinónimo de descuido estilístico, exceso y vulgaridad. La humedad se presta a otros fines pero no ayuda a escribir. Cuanto más caliente sea el tema más frío y seco debería ser el procedimiento a utilizar.
L. 

El futuro ya llegó

No hay nadie que no tenga entre sus ropas, o en el hueco profundo de su mano, alguna versión de teléfono móvil. Eso incluye un cablerío de enorme utilidad que suele ir acompañado de audífonos y/o auriculares de alta gama sin los cuales la vida sería imposible. Se ha sabido que un quince por ciento de los usuarios de celulares interrumpe sus relaciones sexuales para contestar una llamada. Porque siempre hay llamadas. Porque en eso consiste vivir conectados. Hoy es más habitual observar una pantalla luminosa que mirar a los ojos de una persona. Esta última costumbre, rémora increíble de tiempos remotos, ha sido remplazada por lo nuevo, lo útil, la alegría, la velocidad por sobre todo. Escuchar tres minutos seguidos a alguien es un acto contranatura. El simple ejercicio de leer y escribir algo sin interrupciones se ha vuelto un reto de soledad y concentración inconcebibles. Dar una clase o asistir a una con fines educativos o de cualquier tipo es cosa de viejos. No conviene insistir con eso. Nuevos teléfonos, nuevos micrófonos, nuevas aplicaciones y un acceso incesante a la información sin matices ha dado lugar a un consumidor desconcentrado, impaciente, eléctrico y abúlico. Edad moderna o posmoderna. Un progreso evidente para todos.
L.

viernes, 20 de junio de 2014

Amor, poesía y obsesión

Nadie podría acusar al poeta portugués Fernando Pessoa (1888-1935) de haber sido un obsesivo sexual o algo parecido. A lo largo de su vida tuvo una única novia, Ofelia Queirós, un vínculo extenso y singular que se tradujo en pocos encuentros reales. Se contabilizan no más de dos besos en ocho meses. En sus escritos las referencias al tema son complejas y enigmáticas. Con espíritu didáctico Pessoa redacta, bajo la firma de Bernardo Soares, curiosos consejos para las mujeres mal casadas. A ellas les sugiere traicionar a sus maridos con la mente. La práctica consiste en imaginarse gozando con un hombre A cuando se está copulando con un hombre B. Más allá de estas "indicaciones" el poeta se muestra escéptico al hablar de amor. Cada uno de nosotros es dos -razona-. Y cuando dos personas se encuentran es raro que las cuatro puedan estar de acuerdo.
L.

Y puede parecer acaso una obsesión

Elogio de la obsesión

En la vida hay que obsesionarse. No perderse. Obsesionarse, planificar, organizar, observar, producir sin descanso. No renunciar tan fácil. Estar atentos. No ignorar. No callar cuando hay que hablar. Responder a los mensajes. Arrojar cien o cien mil botellas al mar. Acudir al llamado. En la vida, en el trabajo, en el arte, en el amor. Obsesionarse. Ni un hilo sin atar. Armar la divina red. No hay tiempo que perder. Anotar todo en la pared. O en los brazos. O en las nalgas. O en el alma. No se trata de enloquecer sino de no caer, no desanimarse, no entregarse. Y obsesionarse hasta el fin.
L.

Contra la obsesión

La virtud de concentrarse en algo se vuelve enfermedad con el abuso. La salud que prometen los gimnasios puede convertirnos en máquinas. La personalidad compulsiva tiende a la rigidez, a la patología, a un control policial de la vida. Y así con lo demás. La pasión amorosa degenera en celos, desesperación, intrigas, crueldad disfrazada de afecto. La obsesión por el trabajo esconde en la mayoría de los casos el deseo reprimido de no volver a casa. O, también, el temor a enfrentar el vacío que instaura el solo hecho de existir. En Japón se producen noventa suicidios diarios, unos 35 mil por año, al parecer relacionados con la adicción al trabajo y el miedo ante un futuro incierto. Los adictos a cualquier cosa, neuróticos obsesivos para la jerga psicoanalítica, pierden hasta el deseo sexual. Se resisten a todo aquello que los aleje de la idea que les come la cabeza. Si lloras de noche porque te falta el sol -dice un proverbio español- no vas a disfrutar de la luz de las estrellas. Concentrarse en algo es muy sano. Pero mucho es demasiado. El punto es la mezcla.
L.

Solución musical

Solución mundial

El mundial de fútbol tiene poco que ver con el fútbol. El interés pasa por otros ejes. El de ver por ejemplo a países débiles derrotando en la cancha a países fuertes o considerados fuertes. Ver cuerpos llenos de vida, empuje y potencia. Gozar de la incertidumbre a la espera de resultados. Compartir la soledad del arquero ante el tiro de penal. El mundial es, además, el entretenimiento perfecto. Al menos mientras dura el partido hay algo en qué ocuparse. Las parejas no del todo parejas resuelven problemas afectivos y aun sexuales gracias al mundial. El campeonato soluciona todo tipo de conflictos familiares, políticos y sociales. Y lo hace en paz y en territorios acotados. La vida se reduce a dos tiempos. Hay un único problema y es el tercer tiempo. ¿Qué será de nuestras vidas cuando termine Brasil 2014?
L.

Breve historia de los pájaros

No basta querer volar para alcanzar altura. En el medio hay un proceso difícil que debe ser encarado con disciplina y actitud. El primer paso se remonta a la evolución primaria. La mayoría de los reptiles se resistían a convertirse en pájaros. Muy pocos entre ellos tenían esa aspiración. De vez en cuando alguno observaba con extrañeza que le crecían plumas, pico, alas, patas finas y delicadas. Notaban que ruidos no totalmente odiosos salían de sus gargantas y que podían, si lo deseaban, dejar el pasado atrás y echarse a volar como aviones o gaviotas. Millones de años después surgieron nuevos problemas. Basta pensar en el albatros entorpecido por el peso de sus propias alas. Muy pronto los aspirantes al vuelo descubrieron que el principal obstáculo estaba en ellos mismos. Entendieron por fin que debían olvidarse del plan inicial, actuar sin intención, aprender a convivir con viento, nubes y relámpagos. Fue así que aparecieron los pájaros para envidia de los reptiles, los humanos y las piedras.
L.

jueves, 19 de junio de 2014


Y de pronto

Y de pronto Pavese irrumpe en el cuarto lleno de libros y gatos y relojes fríos. Pavese, sí, el autor de La luna y las fogatas, el autor de La tierra y la muerte, por qué no, el suicida Pavese también, el misógino que fue criado entre mujeres, el enamorado, el jactancioso, el sabelotodo de Pavese. Y no sé cómo seguir este posteo sin tema. Y me pregunto, como lo hace Alejandro Zambra en algo que acabo de leer, si verdaderamente a alguien le importa la impotencia de Pavese, sus eyaculaciones precoces, sus masturbaciones, sus quejas eternas. Ten valor, Pavese, ten valor. Eso escribió en una de las cuatrocientas páginas de su diario íntimo (El oficio de vivir). También me pregunto si los ocasionales visitantes de este blog saben de quién estoy hablando. Pavese aparece cuando terminan las vías y empiezan los puertos. Y dice que todo el mundo es una red de rutas y muelles. Y que el mundo está colmado de gente que viaja, que hace y deshace. Y que en todas partes hay gente necia y de la otra. Y de pronto Cesare Pavese irrumpe en el cuarto lleno de libros y gatos y relojes que hace rato, ya, que no dan ni la hora.
L.

Gente importante


Reducido a lo esencial el periodismo moderno se ocupa de contarle a mucha gente lo que le pasa a muy poca, es decir, a los que detentan el poder y la riqueza. Reyes, presidentes, actores famosos, jugadores de fútbol, princesas delicadas, artistas geniales. Se trata de gente naturalmente importante, hombres y mujeres que no hacen pis ni se enferman nunca ni padecen lo que padece toda esa gente sin importancia de la que nadie se ocupa. Detrás del bonito mensaje hay un modelo de mundo y de vida que organiza con esmero la mecánica social. El mensaje dice también que los que no tienen voz deben seguir mudos. Que los ciegos deben estar cada vez más ciegos. Que los pobres deben ser cada vez más pobres. Y eso para no hablar de los sucios, viejos, feos y malos. No hace falta ahondar porque todos sabemos cómo termina la saga. La gente importante deja de serlo alguna vez. Y tarde o temprano hace pis, se enferma, se arruga, desaparece sin dejar rastros en el ancho y ajeno río de la historia. 
L.

Alturas mundiales

Fidelidad

Ocurrió en abril de este año. Un buque llegó al puerto de Necochea misteriosamente y sin aviso. Parecía un barco fantasma pero no lo era. Al contrario. Pertenecía al mundo de las cosas reales y flotantes. Por motivos difíciles de establecer llegó a puerto sin haber tocado ni una sola costa. El trayecto empezó en la ciudad de Recife y terminó muy cerca de la playa de Quequén. De pronto surgieron problemas, la nave empezó a hundirse y la gente de a bordo fue tirándose al agua. Fue suicidándose hasta que sólo quedó en cubierta el capitán del barco, un noruego sombrío y de pocas palabras. El hombre no quiso abandonar la nave y se hundió con ella. ¿Por qué? Por fidelidad.
L.

La mejor infidelidad I

Es conocido el caso de Judas. Su traición a Jesús permitió que la profecía se cumpliera. Habría entonces que revisar mejor la cuestión, incluida la infidelidad en todas sus formas. Abandonar a una persona no es lo peor que puede hacerse en la vida. Tal vez el acto duela pero no tiene por qué ser una tragedia. Si uno no dejara nunca a nada ni a nadie no quedaría espacio para lo nuevo. Si se busca evolucionar es inevitable incurrir en una infidelidad a los demás, al pasado, a las antiguas convicciones sobre el mundo y uno mismo. Cada día debería contener una infidelidad esencial o una traición necesaria. Sería incluso un acto optimista y esperanzador. Algo que garantizaría la fe en el futuro. Una afirmación de que las cosas pueden o podrían ser no sólo diferentes sino mejores.
L.

La mejor infidelidad II

El pensamiento mágico y ancestral se basa en la imitación y el contagio entre los actos y las cosas. Todo lo que se haga con un objeto determinado producirá, a la distancia, una consecuencia semejante. Por ejemplo. Cuando un cazador de elefantes de Laos sale de cacería previene a su mujer para que no se corte el pelo y no se unte el cuerpo durante su ausencia. Si lo hiciera el elefante cortaría el lazo, espejo del cabello femenino, y se escurriría por causa de las cremas distantes. Los cazadores de elefantes de África Oriental creen que si sus mujeres les son infieles durante la cacería eso dará un extraordinario poder a los elefantes sobre sus perseguidores. El cazador se enojará por lo ocurrido, se olvidará de su presa y volverá encolerizado al lecho adúltero. Pensé que dado que los elefantes están siendo exterminados en todo el mundo sería conveniente que las mujeres de los cazadores practicaran la infidelidad con más frecuencia. Se convertirían así, acaso sin saberlo, en heroicas militantes por los derechos de los animales.
L.

La escritura o la vida

Es el título de un libro de Jorge Semprún. La escritura o la vida. Semprún sobrevivió al campo de concentración nazi de Buchenwald. El libro no es bueno por la condición protagónica del autor. El libro es bueno porque está bien escrito. Pero además, porque siempre hay un además, Semprún se reencontró con la vida en las palabras. El recuerdo de Buchenwald era demasiado denso, demasiado despiadado como para que el autor pudiera alcanzar de entrada una forma literaria. Sólo un grito nacido en el fondo de sus entrañas, sólo un silencio de muerte habría podido expresar el padecimiento experimentado. Semprún pudo escribir cuando pudo olvidar. Porque quien pretenda recordar debe entregarse en parte al olvido. ¿La escritura o la vida? Podría decirse la escritura y la vida. Podría decirse también algo todavía más arriesgado. La escritura es la vida.
L.

La peor infidelidad

La peor infidelidad es hacia uno mismo. Abandonarse, dejarse estar, pasar los días sin dedicar al menos un instante a trabajar con el deseo propio. No hay traición mayor que esa. La de quien se dedica a obedecer la voluntad del otro y posterga los proyectos personales. La de quien cree que es bueno hacer lo que se supone que debe hacer y no lo que desea en lo más íntimo de su ser. Podemos ser infieles en los demás campos de la existencia. Pero no en el plano del deseo. En este último espacio lo mejor es y será ser fieles hasta el fin.
L.

miércoles, 18 de junio de 2014

Por quererte así

Sentirse libre

No podemos ser libres por completo pero podemos sentirnos libres, actuar responsablemente pero también de la manera más irresponsable. No depender del amo sino del viento, del bosque, del desierto. Amar, respirar, vaciarse de tanta basura que anda por ahí. La sensación es hermosa y no hay palabras para describirla y mucho menos para definirla. Es esa cosa divina de entrar al mar y dejarse llevar por las olas, ir y venir como ellas nimbado por la espuma. Es la libertad de usar palabras tan raras como nimbado o mimado y no temer a la opinión de los otros, los otros, sí, los que no podrán sentirse o ser libres jamás. Todos los presos necesitan un prófugo para seguir viviendo. Y sí. Libres o muertos. Jamás esclavos.
L.

Palomas

A la vuelta de mi casa hay un quiosquero que vive rodeado de palomas. Se suben a los diarios. Caminan encima de las revistas y a veces cagan sobre ellas. Es un enigma que resolví ayer hablando con el hombre. Me dijo que decidió darle maíz a las palomas para ayudar al menos a esas aves abandonadas a su suerte. Me habló de la muerte de elefantes y yo le hablé de las abejas y los tiburones. Palomas, elefantes, peces, tiburones. Y eso para no hablar de la gente. Creo que quienes rechazamos el exterminio sistemático de la naturaleza y la humanidad deberíamos actuar como el quiosquero. Cuidar la huerta más cercana. Darle de comer a las palomas.
L.

Amor y tiempo

Es difícil medir los tiempos del amor. Freud se animó a calcular una duración aproximada que oscila entre dieciocho meses y tres años. Dado que la atracción se basa en la sorpresa, fundamentó, mal puede esperarse que la novedad se estire demasiado. Nada es para siempre. Y por la razón que sea la misma persona que generó fuertes emociones en un momento deja de hacerlo en otro. Surge entonces una nueva sensación, el apego, basada en la seguridad, el afecto, el confort real o aparente que se observa en parejas duraderas. Los enamorados del amor desesperan ante lo efímero y buscan una doble salida: cambiar de pareja constantemente, lo que siempre es un problema, o mantener la estabilidad depositando la pasión en cama ajena. Otro lío. Se concluye finalmente que tampoco el adulterio resuelve la cuestión. Suele decirse que los únicos amores que perduran son los que terminan en su mejor momento. Puede ser. Ningún camino es perfecto. En este mundo, decía Wilde, hay solo dos tragedias: una es no obtener lo que se quiere. La otra es obtenerlo.
L.

Amor y comedia


Hay algo cómico en el amor. Una comicidad que se pierde a veces por falta de diálogo, por la tendencia a dramatizar todo, por la mala influencia de las películas y las novelas, por interferencias foráneas. Pero tomado en sí mismo, con cierta distancia y sentido del humor, el vínculo amoroso se presta a la risa, a la ironía constante, a la fluidez y a la comedia. Lo dicho no significa quitarle importancia al asunto ni mucho menos. Se trata apenas de poner las cosas en su lugar y entender que un amor, cualquier amor, es como un planeta en movimiento, con fases lunares, estallidos y quietudes, momentos muertos también. Y es justamente en estos últimos períodos de meseta cuando lo paródico se despliega en todo su esplendor. Una pareja que no entienda que así son las cosas está en riesgo. El solo hecho de vivir ya es un lío. ¿Por qué deberíamos complicarlo todo? Y si el amor no da alegría para siempre, bueno, que se lo coman todo.
L

Sin nombre, sin fecha, sin cura

Amor y locura

Se supone que el enamorado está loco. De ser cierto ese amor supremo acabaría en poco tiempo. No se puede construir un vínculo en estado de total y completo desorden. O se puede pero es un lío. Podría también decirse que los verdaderos locos son los imposibilitados de amar. Sí. La peor enfermedad del alma consiste en no poder amar. También es cierto que el amor pasión, el amor desesperado y desesperante, el amor excesivo que sólo se alimenta de sí mismo, resulta agotador por donde se lo vea. Y, encima, termina convertido en una forma no tan sutil del amor propio.
L.

Amor y amistad

Discutíamos anoche con un grupo de alumnos acerca del amor y la amistad. Yo había leído antes un breve texto del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro, tomado de su libro Prosas apátridas, donde el autor sostiene que la amistad es superior al amor de pareja. Para él se trataría de un sentimiento más solidario y generoso. El amor, en cambio, exhibe todo tipo de limitaciones y problemas. Así planteadas las cosas casi todos los presentes jerarquizaron la amistad como elemento central aún en la pareja. Los que se aman son fundamentalmente amigos. Estuve a punto de compartir la idea pero enseguida volví sobre mis pasos. Amistad y amor son diferentes, dije para molestar un poco. No se puede generalizar, dije también. La precariedad del deseo no alcanza a devaluar su ley. Después hubo silencio en el lugar. Pasó un ángel, dijo alguien. Y eso fue todo.
L.

Amor y escritura


El amor, como la felicidad, no puede ser escrito. Mientras dura sólo podemos limitarnos a disfrutar de él a pleno y sin decir palabras. No es posible "contar" una pasión. Amor y poesía, sin embargo, están misteriosamente ligados porque ambos nacen del deseo de expresar, decir, comunicar, hablar con el beso y el abrazo. Se podría añadir que escribir cuentos, mails, novelas, blogs o cualquier cosa es como hacer el amor. Nunca se sabe si la alegría propia es compartida.
L.

Naranjo no tan seco

Amor y soledad

Si le temes a la soledad no te cases. Lo dice Anton Chéjov, con su ironía característica, en un cuaderno de notas publicado como libro. De alguna manera el autor ruso está diciendo que con frecuencia los hombres y las mujeres desnudan juntos la soledad que se proponían conjurar viviendo bajo un mismo techo y durmiendo, es un decir, en la misma cama. El amor, por mejor que sea, no resuelve la soledad constitutiva e irremediable de todos nosotros. ¿Es que acaso fue inventado para eso? Tampoco hay que pedirle a los hijos que se ocupen de resolver semejante asunto. Al contrario. Lo que sucede es otra cosa. Paula, mi enamorada en la ficción, me acompaña a estar solo. Y yo la acompaño a estar sola. La nuestra es la unión feliz de dos soledades. Eso es el amor para nosotros. Lo otro, lo común, lo de todos los días, es un autoengaño colectivo que en algo se parece a la supuesta compañía que brindan las redes sociales. Somos miles de millones pero nadie conoce a nadie, dice Bradbury. Puede haber excepciones, claro. Existen los milagros, las hadas y las brujas. Y en cuanto a la soledad, ¿por qué tenerle tanto miedo? Bien entendida la soledad es poco menos que una bendición. Para mí al menos es así. Y no creo ser el único que la vea de ese modo. No lo creo para nada.
L.

Amor y afinidad

¿Quién dijo que para enamorarse hay que pensar igual sobre todas y cada una de las cosas? ¿De dónde salió la idea de que los orgasmos y marasmos llegan como fruto de una identificación total en la pareja? Al contrario. Si el otro o la otra se convierten en meros espejos de nosotros mismos el resultado será, por lo menos, tedioso y para nada enriquecedor. El amor se nutre de afinidades, es verdad, pero también y sobre todo de las diferencias. El otro integrante de la pareja recorta nuestro yo en expansión, le pone un freno, y en ese acto hay algo sano, liberador, algo muy amoroso también. Amamos en los otros algo que ya está en nosotros. Pero también eso que no conocíamos y sorprende y, sí, encanta en todos los sentidos posibles.
L.