lunes, 16 de junio de 2014
Consignas
Me escribe una ex alumna de talleres de escritura diciendo que extraña las consignas estimulantes y ruidosas, así las llama, tan propias de los espacios literarios que suelo coordinar. Puedo entenderla. Las consignas de trabajo empujan a escribir así sea para pelearse con los disparadores propuestos. Hasta una barrera baja sirve para que circulen los trenes. Digo a veces, tomando una distancia necesaria, que no se puede vivir eternamente en estado de taller. Digo que en algún momento hay que cortar el cordón umbilical y pegar el grito vital de quien decide entrar al mundo como sea y con voz propia. La orden o consigna del coordinador, también lo admito, organiza y obliga a concentrarse en algo, sobre todo si se tiene en cuenta que vivimos en un mundo tomado por la dispersión y los entretenimientos perfectos. Por eso entiendo a mi ex alumna. El maestro ignorante, dice Jacques Rancière, da a sus a sus discípulos la orden de entrar a un bosque cuya salida él mismo ignora.
L.
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