Pensar que el mundo es una mierda es tan absurdo como pensar que se trata de un espacio divino y maravilloso. Es muy fácil meter a todos en la misma bolsa. Es muy fácil creer que sabemos de qué esta hecha la vida. Pero no lo sabemos y debemos admitirlo. Y ahí donde creemos saberlo todo quizás convenga dibujar una equis gigante, la equis matemática del enigma, del misterio, de lo que siempre se está por descubrir. No niego al decir esto la existencia de reverendos hijos de puta aquí, allá y en todas partes. Pero al mismo tiempo advierto que dividir a la humanidad entre buenos y malos, egoístas y solidarios, lindos y feos y demás oposiciones binarias, totalitarias y absolutas, no, no nos ayuda a vivir. No nos ayuda para nada.
L.
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