Los gusanos de seda son seres que meditan recluidos. Como metiéndose en una trampa construida por ellos mismos se meten en la cueva, cierran la puerta y esconden silenciosamente sus cuerpos. En esos momentos solitarios de gusano encogido empieza la asombrosa transformación de la existencia. Sus células se alinean de nuevo y aparecen las alas que no poseían. ¿Esta misteriosa transformación habría sido posible sin la fuerza del sueño? Un día esa cara de claridad solar matutina sale y abre por fin la caverna. Como afectado por una mortificación, después de la dolorosa noche de alquimia, empieza el aleteo de esos habitantes del cielo. No existe el rey de los gusanos de seda que perfore la salida desde afuera. Los gusanos de seda saben que siempre tienen que perforar por sí mismos la pared y que deben hacerlo desde adentro.
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