miércoles, 10 de septiembre de 2014

Colón erótico


Me parece que además de su conocida pasión por descubrir nuevos mundos y evangelizar a los bárbaros, pasión también por ponerle nombre a las islas y regiones que ya lo tenían, Cristóbal Colón estaba, por encima de todo, muy caliente. El descubridor de América vivió en virtual estado de lujuria ya en su juventud. Cuando llegó a estas tierras repitió tres veces en sus diarios el asombro al ver a las indias desnudas, apenas cubiertas sus "naturas" (es la palabra que usó) con un escaso bollito de algodón. Pero el erotismo colombino se extendió también a la descripción de la naturaleza. Cuando llegó a la isla de Cuba, sin conocer aún a Fidel Castro, fue a parar a Holguín, un lugar que pude conocer y que para él fue nada menos que el paraíso. "Vi lo que nadie ha visto -escribió-. El monte en forma de teta de mujer, o, mejor, de pera con un pezón". Estuve como dije en el sitio desde donde Colón vio lo que vio y no se equivocó. A lo lejos se ven algunos montes y uno de ellos, el más alto, tiene en efecto la forma de un pecho de mujer, o, mejor, de una pera adornada con un pezón. Colón. Parecía un monje dominico. Pero estaba muy caliente.
L.

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