Mentira. Ninguna película puede cambiar la vida de nadie. Ninguna persona. Ningún acontecimiento externo por mayor que sea su dimensión. Aún así hubo y hay filmes que se meten como gusanitos en la cabeza y siguen trabajando ahí hasta cuando dormimos. Menciono a continuación cuáles fueron y siguen siendo en mi caso. La ley de la calle (Francis Ford Coppola); Jules et Jim (François Truffaut); La Strada (Federico Fellini); Solaris (Andrei Tarkovski); El cielo sobre Berlín (Wim Wenders); Señales de vida (Werner Herzog); Hierro/3 (Kim ki Duk); La esclava del amor (Nikita Mikhalkov, foto); Los amantes de círculo polar (Julio Medem); Koktebel (Boris Khlebnikov y Aleksei Popogrebsky). Faltaría quizás Poetry, film coreano dirigido por Lee Chang-dong. Faltaría también El secreto del bosque, de Naomi Kawase. Pero en fin.
L.
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