domingo, 14 de septiembre de 2014

Sol inmóvil


La mujer mexicana suele ser ubicada en el orden de lo cerrado. Históricamente los hombres la consideraron un mero instrumento del deseo (de ellos) y de los fines asignados por la ley, la sociedad, la religión, la moral. Puta, diosa, gran señora, amante, india o esclava, la mexicana transmite o conserva pero no crea los valores. En un mundo hecho a imagen y semejanza de los machos la mujer es sólo un reflejo de la voluntad masculina. Pasiva, se convierte en diosa amada. Un ser que encarna los elementos estables y antiguos del universo. La tierra, la madre, la virgen. Activa es siempre función, medio, canal. La feminidad nunca es un fin en sí mismo como sí lo es la hombría. Ante el escarceo erótico la mexicana debe ser "decente". Ante la adversidad debe limitarse a ser "sufrida". La mexicana no tiene voluntad. Su cuerpo sólo se enciende si alguien lo despierta. Y el centro de atracción es su sexo oculto y pasivo. Inmóvil sol secreto.
L.

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