domingo, 7 de septiembre de 2014

Suicidas


La cifra se suicidios anuales en el mundo supera el millón de personas. El número es considerable. La Organización Mundial de la Salud dice en un informe que se trata de una de las primeras causas de muerte violenta existentes. ¿Qué matan los que se matan? La pregunta es clave y como es clave carece de respuesta. Un lector asiduo de este blog pregunta si Cesare Pavese (foto) se mató por amor. La razón esgrimida es falaz. Nadie se mata por algo. Todo lo que sabemos de un suicida es que un día decide poner fin a su vida por mano propia. Las razones son complejas. Si hubiese un único motivo el mundo entero elegiría ese camino. Y sin embargo no es así. Pero volvamos a Pavese quien, además, es uno de mis escritores preferidos. Hace tiempo, cuando yo escribía un ensayo de alguna manera relacionado con Pavese y las mujeres (Lo inalcanzable), le comenté a mi analista un problema que padecía el autor de La luna y las fogatas. Ese problema era la eyaculación precoz, según lo dice él mismo en su diario íntimo y en carta a su mejor amiga. El escritor suponía que debido a esa cuestión ninguna mujer iba a quererlo. De hecho, antes de matarse en un hotel de Turín un domingo a la tarde, el hombre intentó hablar con tres o cuatro mujeres. Esto fue confirmado por la telefonista del lugar. Una conversación fue escuchada. Ahí una de las damas le decía que era un pesado. Dejemos eso por ahora. Esto es un blog y no pueden escribirse ladrillos por este medio. La cosa es que luego del relato mi analista se limitó a hacerme unas preguntas como para estar segura. ¿Tenía eyaculación precoz? ¿Se suicidó? Entiendo -dijo- no pudo esperar. Los suicidas, por la razón que sea, pierden la paciencia. No pueden o no quieren esperar como el resto de la gente. Y sería bueno que aprendieran a hacerlo. Total, tarde o temprano, las cosas se dan.
L.

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