domingo, 11 de diciembre de 2011

La carne



Si algo caracteriza a Bocaccio es su doble condición de mujeriego enfermizo y misógino militante. Basta leer unas pocas páginas del Decamerón para comprobarlo. En el clásico libro de relatos eróticos el autor florentino se muestra como un maestro en conquistas femeninas a la vez que censor irreductible de las damas. Bocaccio ama la carne de la mujer pero aborrece todo lo demás. No la adora sino que la posee y rechaza como ser. La desea con el cuerpo y la condena con el pensamiento. Su sensualidad poderosa lo empujaba hacia las hembras pero luego nacía en él un grave resentimiento contra ellas. Esclavo y enemigo de la carne Bocaccio parecía un fauno antiguo que enloquecía por gozar de las mujeres y, a la vez, un asceta medieval que se encarnizaba, justamente, en acusarlas.
L.

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