jueves, 15 de diciembre de 2011

Vivir el presente

Qué casualidad. En las últimas veinticuatro horas unas cuantas personas ubicadas en puntos distintos de la ciudad me dijeron que su objetivo es vivir el presente. Una es camarera de un restorán en San Telmo (es venezolana); otras son compañeras y compañeros de trabajo, el último es un alumno del taller literario. No creo que el ejército de presentistas se limite a esos cinco o seis. Deben ser muchos más. Acaso todos o casi. Vivir en el presente. Ni en el pasado ni en el futuro. Vivir hoy y nada más que hoy. Inútil fue preguntarles a qué se referían exactamente con la idea. Quise saberlo ya que basta meditar un poco en la cuestión para entender que no hay presente posible. No lo hay. Este post se está escribiendo ahora. Pero la palabra ahora, esa que acabo de escribir, ya fue a unirse vertiginosamente con el pasado de todas las palabras escritas o pronunciadas en el mundo. Qué pena. No está más..salvo en estas líneas fugaces. Pero no en mis manos ni en mi boca. Y todo así. ¿Dónde está lo ocurrido hace una hora? ¿Dónde está el día de ayer? ¿Alguien lo recuerda en sus detalles más precisos? Vivir el presente es una frase más de fin de año. Una convención que suena bien si no se la analiza demasiado. Vivir es un verbo raro que debe escribirse en caliente, sin adjetivos y sobre todo sin coordenadas de tiempo o de lugar. Y ojalá ese verbo intraducible sea eterno mientras dure.
L.  

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