martes, 12 de febrero de 2013

Decir la verdad

¿Por qué se finge tanto en la vida y las conversaciones? Digo. ¿Por qué se miente tanto del derecho y del revés? No nos engañemos. Todos lo hacemos. En el trabajo, en la cama, en el café. ¿Todo bien? Sí. Todo bien. ¿Te hizo lindo tiempo en las vacaciones? Sí, muy lindo. Sol todos los días. ¿Me querés? Claro que te quiero. Y no sólo te quiero. También te amo. ¿Vas a quererme siempre? Claro. Siempre voy a amarte. No. Yo dije quererme. Y todo así. Las máscaras sonríen en el baile. Eso que llaman la conversación termina convirtiéndose en una comedia perfecta. Los actores saben que están memorizando una letra ya aprendida. Y dicen no lo que sienten de verdad sino lo que se debe sentir para estar en armonía con un mundo construido sobre una piedra movediza y falsa. ¿Cuándo llega el tiempo de la verdad? No digo toda la verdad sino al menos una parte. Un pedacito de verdad. La mitad de una certeza provisoria. No sólo mostrar el hombro desnudo. También los huesitos que lo sostienen. 
L.

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