Parece inconcebible pero qué lindo sería hacerlo, al menos, una vez en la vida. Escribir y hablar sin filtros. Decir las cosas como son y en el momento menos indicado. Quedar mal en la reunión de obispos y cardenales. Abordar a una mujer en el metro y decirle todas las barbaridades que dicta el alma sin velos. Escuchar de ella otro sinfín de obscenidades e insultos que nazcan de sus puras ganas de decirlo. Escribir libelos subversivos sin cuidar las formas ni los símbolos. Y poemas. Y cuentos. Y novelas. Y posteos de blog. Hablar y escribir sin filtros como quien fumara nicotina pura. Suena inconcebible pero qué lindo sería hacerlo, al menos, una sola vez en la vida.
L.
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