viernes, 22 de febrero de 2013

Movimientos mecánicos

El hombre se ha propuesto regar las plantas del patio. No son muchas. Con ese fin abre la canilla del lavadero externo y espera. El chorro cae en línea recta hacia abajo y el sonido que resulta del choque entre el agua y el fondo estimula en el hombre el deseo de orinar. Lo hace a conciencia y regresa cuando el balde ya desborda. Arroja luego el agua primero en la maceta grande y después en las otras. La tierra seca no da abasto para tragarse tantos litros juntos. Mucha sed es equivalente al hartazgo. Por debajo de la maceta grande asoma y se escurre un afluente lento y caudaloso. El gato de la casa despierta y se detiene a observar con atención el curso de agua. A continuación lame con ganas como si se tratara de leche fría. El hombre observa los movimientos veloces, casi deportivos de la lengua del gato sobre la superficie tensa que avanza. Algo cansado el hombre se deja caer en un banco de madera, se siente morir y de repente muere. Las plantas están más vivas que nunca.
L.

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