viernes, 22 de febrero de 2013
El límite
Llegado cierto límite hay que retirarse, borrarse, desaparecer. Pero sólo cuando se toca esa frontera y no antes. Nunca antes de la hora señalada. Jamás antes. Pero cuando llega y se acaba la música para ceder el espacio a los ruidos de la vida y al silencio de los muertos hay que retirarse. No hacerlo antes de ese punto. Jamás antes del momento indicado, lo que se siente como puntadas en el pecho, con el cuerpo en llamas o helado, con la noche a flor de piel. Hay entonces que alejarse, borrarse, desaparecer. Y dejar de buscar. Y limitarse a tomar distancia del límite, punto de fuga y resurrección.
L.
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