La memoria es astuta. No guarda todo sino apenas un poco. Lo esencial. La memoria deja marcas en la piel, en la corteza de un tilo, en una playa que pronto las olas se encargarán de tapar y deformar, un dibujo mal trazado en el cuaderno de viajes. Pero algo queda siempre. Una ligera hendidura, un rastro de olor, una dedicatoria en un libro olvidado, alguna foto vieja y borrosa. Las huellas del tiempo son terribles. No existe nada en el mundo que las borre del todo. Nada. Ni diez mil litros de lavandina pura. La memoria será puta pero también es astuta. Y no se trata, apenas, de una rima fácil.
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