lunes, 24 de febrero de 2014

El entusiasmo

¿Qué te entusiasma? La pregunta es clave y la respuesta no es para nada sencilla. Preguntarnos qué nos anima por encima de todo, dejar de lado la opinión de los demás, las modas, los mensajes publicitarios, la supuesta utilidad e inutilidad del movimiento, es apuntar directo a la fuente del deseo. Si nos animáramos por fin a probar una respuesta, y si a partir de ahí guiáramos las acciones presentes y futuras, estaríamos eligiendo un camino lleno de peligros, pero, a la vez, desbordante de posibilidades. La ley del deseo multiplica las acciones y las enriquece en un sentido amplio. La obediencia a los mandatos mundiales, sociales y familiares, en cambio, puede satisfacer por un tiempo a los que nos rodean pero jamás a nosotros mismos. Seremos obedientes y correctos para los otros, con aplauso y todo, pero postergaremos nada menos que el entusiasmo genuino, es decir, el deseo más profundo que nos mueve hacia adelante como el viento a las velas de los antiguos barcos. No apurarse entonces a responder. Tomarse el tiempo necesario para pensar y actuar en consecuencia. Una vez más. ¿Qué te entusiasma? 
L.

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