Con Paula tenemos una serie de temas prohibidos. Nunca lo hablamos pero es una especie de acuerdo tácito que no requiere de pactos formales. Uno es la infidelidad. La de cualquiera de los dos. Otro se relaciona con los osos polares. Paula no soporta los documentales donde se informa que dentro de poco morirán todos ellos. Como se sabe los osos blancos serán las primeras grandes víctimas de la destrucción del Ártico. Dejamos de lado los detalles morbosos del exterminio de pueblos enteros, preferimos no quejarnos de la ignorancia que destilan las redes sociales, obviamos lo obvio siempre que podemos. Tampoco hablamos del ruido que nos invade desde los departamentos vecinos. Es tanto lo que nos molesta que decidimos no tocar esa cuestión. Nos negamos a intercambiar ideas sobre escritores porque los dos tenemos preferencias muy claras en ese campo. Ni de cine. Nos gustan las mismas películas que vemos una y otra vez sin cansarnos. Los temas permitidos son pocos. Pensar en la comida para la noche, las clases de yoga que compartimos, tal o cual consideración sobre los libros que está leyendo cada uno, hablar mal o reírnos de alguna persona que ambos conocemos. Muy pronto Paula y yo nos quedaremos en silencio. O saldremos a caminar por esas calles a la espera de tiempos mejores. Y de esto último ni hablar.
L.
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