En yoga hay algo llamado posturas invertidas. No son fáciles de describir pero lo voy a intentar. Hay una especie de lazo que uno se coloca en la cintura. Un pie va a la pared. Después el otro. Las piernas se apoyan en el muro dibujando un rombo o algo parecido. El tronco, la cabeza y los brazos caen hacia abajo. No sin dificultad pude hacer la postura invertida la semana pasada y volví a hacerla hoy, siempre con miedo a morir en el intento. Eso no ocurrió aún. Pero vi el mundo desde abajo. Al revés como debería estar para no ser lo que es. Cambia el punto de vista. Eso genera inseguridad, angustia, desconcierto. Vienen los recuerdos, lo perdido, lo que pesa. Después de algunos minutos la postura se desarma. Se afloja el lazo. El mundo vuelve a ser lo que es y la sesión de yoga termina en relajación. Al final uno se queda esperando que venga la próxima para poder ver las cosas desde abajo, es decir, como realmente son.
L.
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