miércoles, 19 de marzo de 2014

Elegir


El otro cielo, uno de los relatos más intensos de Julio Cortázar, plantea por lo menos dos interrogantes claves. ¿Podemos amar a varias personas al mismo tiempo? ¿Se puede estar en muchos lugares a la vez? El protagonista padece las consecuencias de esas dudas. Su pasión más auténtica se instala en el cuerpo y el alma de una prostituta llamada Josiane que vive en otro tiempo y lugar. Su pareja estable es Irma, una novia formal, previsible, casi institucional. Irma vive en este tiempo y en este lugar. Hay un problema. Con Irma no se puede hablar de lo que importa. Pero con ella se casa el protagonista finalmente y Josiane desaparece de escena. El conflicto parece no tener solución. Mundo soñado versus mundo real. Estaríamos entonces frente a una polaridad de amplio espectro. Una persona realmente alcanzable difícilmente alcanzará la altura de los sueños. ¿Qué hacer entonces? Algunos resuelven el dilema a través de la poligamia sistemática. Pero esa técnica impide conocer al menos a alguien en esta vida breve y efímera. Somos miles de millones pero conocemos a muy poca gente en profundidad. ¿Hasta qué punto puede sostenerse la existencia sobre la base de la dispersión y la multiplicación infinitas? No es fácil responder. Pero hay algo ineludible. En algún tramo de la encrucijada hay que elegir un camino y jugarse por él. ¿Por qué? Porque sin decisiones no hay destino.
L.

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