Dejo marcas en los textos de los otros. Evito el lápiz rojo pero el resultado es igual o parecido. Rojas, azules o verdes son marcas que no sólo afectan el discurso sino también el alma, el cuerpo, el ser entero del otro y los otros que escriben. Sé que debo cuidar el procedimiento a utilizar para hacer mis observaciones. Sé que no debo abusar del poder de corregir si es que de corregir se trata. ¿Quién tiene la última verdad sobre algo? ¿Con qué derecho puedo meterme en un pensamiento ajeno? Cambio una palabra por otra. Tacho una frase. Sugiero otra. Dejo marcas propias en un papel tembloroso y ajeno. Difícil equilibrio entre la audacia y el respeto.
L.
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