El blog avanza como un Titanic solitario en medio de un mar cargado de icebergs altos, duros y peligrosos. No es fácil dedicarse a lanzar flechas que al parecer no dan casi en ningún blanco. Hablo por elevación de los escasos comentarios que se leen aquí al pie de los posteos. Salvo Graciela, el Peregrino, Betina, Pep y dos o tres más nadie dice nada. Y me consta que entra gente acá. Según el contador interno del blog la cifra de visitas diarias rondea las trescientas. Pero nada. Silencio. Tendremos que aprender a seguir avanzando como barcos en la noche. Sin voces alrededor. Apenas el sonido del agua contra la proa, el vuelo de algún pájaro, el salto inesperado de un delfín al terminar la jornada. Y aprender a vivir sin comentarios.
L.
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