sábado, 2 de febrero de 2013

Elogio del absurdo

Paula me cuenta sus sueños al despertar. No recuerda todo sino brevísimas escenas. Anoche soñó con caballos negros. Anteanoche subía una escalera junto a sus hermanas. El pasillo era tan estrecho que una de las mujeres no podía pasar y quedó abajo como si no quisiera participar del ejercicio. También le cuento mis sueños a Paula al despertar. Después jugamos a las interpretaciones y llegamos siempre a la misma conclusión. No hay lógica alguna en lo soñado pero tampoco tiene sentido lo que hacemos cuando estamos despiertos. No sabemos siquiera por qué nos levantamos, por qué hacemos planes, para quién escribimos cuando escribimos. ¿Cuál es el sentido de este posteo? ¿Para qué amamos? ¿Por qué seguimos esperando un milagro que jamás va a producirse? 
L.

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