lunes, 3 de febrero de 2014

Historias de amor

Decir el amor no es fácil. El lenguaje amoroso está cargado de metáforas, lugares comunes, ideas preconcebidas, falsedades de todo tipo. Te amo con toda el alma, los dos se fundieron en un beso, nunca te olvidaré, es más fácil llegar al sol que a tu corazón (Maná), hicieron el amor toda la noche, te quiero para siempre, no te dejo por falta de amor sino porque necesito pensar, nunca te olvidaré, si amas a alguien déjalo libre (Sting) y otras mentiras piadosas y encantadoras. Es cierto que el mal gusto también es parte del encanto. Y quien huye por completo de la vulgaridad cae en el hielo, advirtió Neruda. Pero el amor como tal es de algún modo irrepresentable e incomunicable. Por ello se dice que en última instancia se trata de un sentimiento solitario (narcisista). Se lo percibe más en el después que en el mientras tanto. Sin un más allá no podría plantearse en cine o literatura ni siquiera una escena erótica sencilla. El relato amoroso tiende a la reflexión, suspende los sentidos, evoca lo invisible. Nada mejor entonces que escribir historias de amor. Aunque, pensándolo bien, mejor es vivirlas. 
L.  

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