Ya no hay hombres, dicen las mujeres. Acaso la frase aluda tanto a cuestiones estadísticas como a la falta de caballeros dispuestos a jugarse por ellas. Daría la impresión de que no las escuchan. Al parecer los hombres están ocupados en la formación del equipo del Mundial, en la preparación de un asadito, en una importante reunión de colegas. Además la conformación genital los vuelve casi totalmente externos, volcados hacia afuera como aquello que cuelga vagamente entre sus piernas. Por momentos hasta pareciera que ellos carecen de mundo interior. Si tienen hijos ayudan, en el mejor de los casos, pero no se involucran demasiado. Están siempre en otra cosa. Las chicas dicen que ellos son ahora tan o más histéricos que ellas. Los varones prometen y no cumplen. Dicen que sí y es no. Las mujeres les piden cada vez menos. Ni siquiera exigen ya que estén especialmente dotados o que sean genios en la cama. Les basta con ser besadas, acariciadas, queridas al menos por un rato. Se quejan pero los buscan con esmero y hasta desesperación. Necesitan la energía del varón que es, de algún modo, la del padre. Si la carencia se prolonga demasiado la mujer se convierte en hombre de acción por necesidad. La fuerza se impone a la angustia del ser por razones prácticas y hasta de mera subsistencia. De lo contrario las mujeres se disolverían en un puro existir sin causa ni por qué. Por lo visto el problema planteado no es de fácil solución...si es que la tiene.
L.
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