Los sentimientos calificados como profundos deberían expresarse con palabras triviales. Esta idea no goza de muchos adherentes. Al contrario. Casi todo el mundo está convencido de que en tales casos deben utilizarse palabras solemnes, poéticas, incomprensibles. Por alguna razón se idealiza la literatura y se supone que la mejor de todas está compuesta de grandes y aleccionadoras frases. Parecería ser que decir cosas sencillas y concretas como te amo, estoy desesperado, tengo miedo, tengo hambre o te quiero coger (perdón) es algo propio de la gente vulgar e inculta. Por lo menos se nos pide que no falte una cita de Borges o Platón. Y si el agua de mar golpea un arrecife hay que decir no que lo golpea o lo asalta sino que lo horada, un verbo que no se entiende pero suena bien. Pero nada tiene que ver eso con el arte de verdad. A veces los mejores poemas están escritos con marcador en la puerta de los baños públicos.
L.
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