lunes, 10 de febrero de 2014

Mil flores


La creación nunca se debe a una felicidad. Al contrario. Suele ser el resultado de una carencia o de algo que no anda del todo bien. Toda creación es el contrapeso de una angustia. La felicidad -si es que tal cosa existe- no se escribe ni se pinta ni se baila. Se vive. La frustración, en cambio, puede convertirse en una fuente de infinitas producciones. El deseo realizado -si es que tal cosa existe- se cierra en sí mismo como un caracol egoísta. El sueño incompleto, en cambio, es un estímulo extraordinario para tratar de completarlo siempre. El cuerpo que se nos niega. El viaje imposible. La vida que no alcanza. De ese humus difuso nace el humo de verdad. La carne tierna. La obra. El deseo concretado no da lugar a más deseos. El no realizado, o el realizado a medias, hace que florezcan mil flores.
L.

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