Se percibe en este retorno aluvional de Suspendelviaje una casi única nota que suena como suenan las malditas obsesiones. Es algo enfermizo. Dos veces La montonera, el tema de Serrat que no por causalidad no está incluido en ningún disco. Se repiten cien veces los conciertos privados de Silvia Pérez Cruz -El gallo rojo y otros hallazgos- una catalana de la que me enamoré para siempre. Aunque sigo siendo fiel a la chilena Camila Vallejo, ahora diputada, y a la actriz francesa Juliette Binoche. Obsesiones, también, por abordar el tema del tema. Obsesión por el amor. Una alumna de un taller virtual me escribió diciendo que cuando uno se pone a pensar en el amor es porque ya no ama. Es verdad. Se ama o no se ama. ¿Será que mis obsesiones de enero y febrero de 2014 significan un abandono del acto a favor del discurso. Ojalá que no. Ya lo dijo Goethe.
Gris amigo es toda teoría. Verde es el árbol dorado de la vida.
L.
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