Raramente los diarios hablan de nosotros. Los diarios hablan de otras cosas. No digo que esas cosas no tengan importancia. Pero son asuntos que en general no nos involucran como personas. No somos robots. Somos seres de carne, sangre, hueso, sexo y alma que viven, sufren, se alegran, se enamoran, se desenamoran, esperan que venga algo o alguien. En conclusión. Necesitamos todos y cada uno un lenguaje para nombrar la experiencia personal, la de hoy por ejemplo, la de esta noche. Eso que vivimos y no alcanzamos a elaborar por falta de palabras adecuadas. Experiencia no es lo que pasa en general sino lo que nos pasa en singular, o, mejor, lo que me pasa. ¿Qué hacer con la vida que no alcanza? ¿Cómo darle sentido a lo que queda del día para evitar que se pierda junto al agua sucia de la bañadera? Ya basta de abstracciones, de genios, expertos, críticos, portavoces, renombrados analistas. Quizás esté llegando la hora de hablar en nuestra lengua. Ideas propias. Voces propias. Hablar por fin del eclipse de mar. De la sucia pasión. O del salto mortal.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario