domingo, 2 de marzo de 2014

El placer

Que exista el placer es un misterio tan grande como la existencia del dolor. Pero es indudable que la gratificación resulta esencial para el funcionamiento de la naturaleza. De no ser por ella no existiría el impulso dirigido a satisfacer las necesidades del cuerpo y la especie. El dolor, casi un aliado, sirve como advertencia de que algo no anda bien. Los gatos muestran más placer cuando se lamen unos a otros que cuando comen. Se dice que los caballos disfrutan más cuando corren libres por los campos que cuando sacian su sed. También nosotros, hombres y mujeres, buscamos el placer a veces por cualquier medio. Lo hacemos aún sabiendo que la felicidad no existe como absoluto, tampoco los períodos felices sino apenas los momentos de plenitud, tan efímeros como inolvidables. Pero así como no hay todo dolor tampoco hay todo placer. Lo advierte Freud en un breve ensayo dedicado al tema. Sostiene ahí que el principio del placer es tan importante como el principio de realidad. Son dos lados de una misma y divina moneda. ¿Qué moneda? La vida.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario