La gente de campo sabe que el monocultivo destruye los suelos para siempre. En Argentina y Uruguay la soja es reina y señora en las llanuras. La tierra se salva, purifica y enriquece mediante la rotación cuidadosa de cultivos. Quienes hacen del campo un negocio no piensan en eso sino en la satisfacción o ganancia inmediata, es decir, en vivir el presente a la manera de un orgasmo rural. En Colombia pasa algo parecido con la teca o la palma africana. Dentro de poco sólo habrá desierto en los llanos colombianos. ¿Y el futuro? Ni hablar. Nada crece en tierra yerma. El tema podría extenderse al ámbito personal. Una persona que pone toda su energía en un único elemento -por ejemplo en el amor, la fama o la riqueza- está practicando una suerte de monocultivo existencial. No es buena idea. A la larga semejante concentración de energía no permitirá el crecimiento personal. Es importante rotar cultivos y motivos. En el mediano y largo plazo el monocultivo es estéril. La rotación existencial, en cambio, da frutos diversos e inesperados.
L.
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