viernes, 25 de abril de 2014

Fidelidad

Está ese barco enorme que llegó al puerto sin pasajeros ni tripulación. Parecía un barco fantasma pero no lo era. Aún vacío o casi pertenecía al mundo de las cosas reales y flotantes. Por alguna razón difícil de determinar arribó al puerto silencioso y lento. Llegó sin haber tocado ni una sola costa. El trayecto empezó en tierra y terminó muy cerca de la playa. Al arribar la poca gente de a bordo fue tirándose al agua hasta que sólo quedó en cubierta el capitán de la nave, un hombre oscuro y de pocas palabras. El capitán no quiso abandonar la nave y se hundió sin decir palabra como si fuera parte indivisible de la embarcación. ¿Por qué? Por fidelidad.
L.

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