sábado, 19 de abril de 2014

Un señor muy viejo con unas alas enormes


Leo en un diario una frase notable. Conmoción mundial por la muerte de García Márquez. Impresionante. Todo el mundo emocionado. Hasta Obama. El presidente Santos, de Colombia, dice que fue amigo del escritor. Los periodistas se sienten ya hermanos del Premio Nobel. Todos fueron y son ahora sus amigos. Pocos lo leyeron a fondo, eso sí. Algunos chicos me dicen que debieron leer en la secundaria, por obligación, algo llamado Relato de un náufrago. Pero no importa. La noticia tiene categoría y da para llenar varias tapas de diarios, unas cuantas páginas interiores y suplementos culturales. Facebook debe estar que arde. La gente tiene el llanto fácil. Hasta ayer a nadie le importaba García Márquez. Pero se murió y la humanidad se conmueve hasta las lágrimas. Estoy llegando a la conclusión de que la muerte tiene prensa. Ahora quizás se publiquen libros-homenaje. Eso no significa que vayan a ser leídos pero sí comprados por los amantes de las modas. Voy a pensar en positivo como dicen los modernos. Quizás la muerte de García Márquez estimule a alguien para abrir un libro de él y leerlo. Para ese ser eventual mi sugerencia es buscar al menos un cuento y después seguir con algunas novelas. Ya recomendé acá Ojos de perro azul. Ahora voy a proponer la lectura de un cuento titulado Un señor muy viejo con unas alas enormes. Está en un libro lleno de cuentos memorables. El libro se llama La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada. ¿Será necesaria la muerte de los escritores para que el mundo recupere el hábito de leer?
L.    

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