Una cosa es viajar, entregarse a la experiencia de lo nuevo, relacionarse con otros distintos a nosotros, conectarse con la naturaleza, entrar al mar, subir montañas, etcétera. Eso hacen los viajeros. Distinto es el caso de los turistas. Van con paquetes organizados, se llenan el cuerpo de cremas espantosas, ensucian las playas y los bosques, miran todo con desprecio, consumen, destruyen, no intentan comunicarse con nadie como no sea en un plan de triste seducción. Los viajeros al menos saben que hay otros mundos pero están en éste. Los turistas, en cambio, son siempre extranjeros y, como ciertos amantes de ocasión, tocan y se van.
L.
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