Hay otros mundos pero están en éste, decía Éluard. Pero hay que buscarlos o crearlos. Arte y amor inventan un mundo propio para olvidarse del mundo. No copian lo que está. Producen una realidad más acorde con la irrealidad de los sueños, del ojalá, de lo deseado y fantaseado. Lo dice una canción. De lo posible se sabe demasiado. Mejor es entregarse en cuerpo y alma, o al menos en alma pura, al horizonte inalcanzable, lejano, extraño, raro, nunca visto.
L.
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