viernes, 18 de abril de 2014

Las esposas felices se suicidan a las seis

Estadísticas citadas hace tiempo por García Márquez, o sea falsas, concluyen que las esposas felices se suicidan los domingos a las seis. Otras estimaciones agregan que las inmolaciones se concretan en días soleados y no lluviosos como podría suponerse. Según el escritor colombiano recién fallecido el problema no es difícil de entender. En otro tiempo esas mujeres fueron bellas y se casaron jóvenes con hombres también lindos, potentes y emprendedores. Satisfechas con el hallazgo las damas se concentraron en los oficios del hogar, y naturalmente en los hijos, con resultados catastróficos. Después de las tareas de la casa, después de despedir al marido, después de las novelas de televisión, después de la siesta y de alguna incursión por internet o el blackberry (para preguntarle a una de sus hijas qué está comiendo) se quedan vacías e inertes frente al abismo de las seis de la tarde. A esa hora o bien se consiguen un amante, tarea compleja para una mujer que no se ha preocupado por volverse física y espiritualmente interesante, o se toman un frasco lleno de pastillas. ¿Queda una opción menos drástica para las esposas felices? Por supuesto que sí. Pero un blog no es lugar ni para planes de autoayuda ni para cualquier otra variante al uso de la estupidez humana.
L.

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