Así como hay hoteles transitorios existen también los blogs transitorios, es decir, un lugar donde se hace algo que no dura más que un turno de dos horas o dos minutos. Después uno sale a la calle y la vida sigue con sus planes. En el lugar abandonado cambian las sábanas a la espera de una nueva incursión textual, sexual o parcial. ¿A qué lugar irían a parar tantas palabras inútiles, tantas ideas pasajeras, si no fuera a éste? Por un rato el viaje se suspende y se produce la gran interrupción. Y una vez generado el corte brota un discurso inesperado y va a parar acá, mar negro y resumidero, blog transitorio de cuyas camas entran y salen cuerpos extraños, duras espinas, pelos sin sueño, las canciones que ya nadie escucha, el sinsentido del ser. Blog transitorio, bodrio o sanatorio. Un turno de dos horas que deja un hijo en el peor de los casos pero jamás un buen recuerdo. Esto, claro, con excepciones propias del azar.
L.
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