Los momentos de plenitud plena o felicidad feliz son bienes escasos. Qué bueno cuando suceden. Qué bien se sienten esos maravillosos instantes de exaltada exaltación. El problema, porque siempre hay un problema, es qué hacer con los otros momentos que también existen. Podría compararse la situación a lo que sucede tras un orgasmo. Lo que estaba alto y muy alto de pronto se vuelve bajo y muy bajo. Entonces sobreviene la decepción. ¿Eso era todo? ¿No hay más? ¿Y después qué? Tras haber disfrutado de los extremos se hace difícil convivir con la amplia gama de grises. La medianía tiene menos glamour que la emoción mayor. Quién sabe. Quizás debamos aprender a aceptar esa alquimia como parte del asunto. La nota más alta se nutre de las bajas y de las del medio. Grises. Medianía. Intensa intensidad. Todo no se puede. El punto es la mezcla.
L.
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