La búsqueda constante de algo o de alguien, también de una meta importante que justifique la existencia, puede convertirse en un atajo perfecto para no actuar a tiempo. La idea de estar en la búsqueda, de transitar los caminos a la caza de una codiciada presa o hacer grandes proyectos para el futuro y demás es, a veces, un autoengaño. Puede ocurrir que hace tiempo hayamos encontrado lo que buscábamos. Y en tal caso, ¿por qué no lo aceptamos? También es posible que por tal o cual razón querramos postergar un paso que veníamos eludiendo con astucia quién sabe desde cuándo. Picasso resolvió el dilema con su famoso yo no busco, encuentro. Buscar es un ejercicio pasivo y sin consecuencias. Encontrar implica una responsabilidad. Buscar es la teoría. Encontrar es el acto.
L.
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