domingo, 26 de octubre de 2014

Los enemigos

El giro conservador del gobierno argentino -alentado y potenciado en un contexto global de restauración de la derecha neoliberal en todas sus formas- se percibe en los actos pero también en los discursos oficiales. La presidenta Cristina habla ahora igual que sus enemigos históricos quienes desde los medios concentrados y hegemónicos convencieron a buena parte de la población acerca de la existencia de una supuesta puerta giratoria a través d la cual los presos comunes entran a la cárcel por una puerta y salen por la otra. Casi en coro la tribuna repite esa idea y, como tristemente ha pasado en la historia de la humanidad, se la termina por aceptar como hecho comprobado. La verdad es otra. La cantidad de personas privadas de su libertad en la Argentina supera las 65 mil, el número más alto en la historia de este país. Más de la mitad están en cárceles y comisarías de la provincia de Buenos Aires, una región que no tiene más que el 38,95 por ciento de los habitantes totales. Nueve de cada diez de ellos son seleccionados entre los sectores más pobres de la sociedad. Durante una audiencia convocada por la Corte Suprema de Justicia hace diez años, el entonces ministro de Justicia bonaerense Eduardo Di Rocco reconoció que nueve de cada diez no habían sido condenados y que el 29 por ciento de los procesos, de cuatro años de duración en promedio, terminan en absolución. Para decirlo más claramente. No se sabe si los 65 mil detenidos han cometido algún delito. Un alto porcentaje de ellos o no ha sido procesado o no fue sometido a juicio o no fue condenado. Otro punto irritante del proyecto oficial de nuevo código penal es aquel que permitiría la expulsión de extranjeros. La idea de culpar a los migrantes, o a una raza o etnia en particular, no fue inventada por las derechas latinoamericanas o por Cristina sino por un tal Adolf Hitler en los años treinta del siglo pasado. El pintor de brocha gorda, como lo llamaba Brecht, convenció al 99 por ciento de los alemanes de que la culpa de todo la tenían los judíos y los gitanos. Ya sabemos que al decir esto el nazismo no se limitó al discurso y dio lugar al holocausto. Ahora, también tristemente, el gobierno israelí emula con Hitler en sus discursos cambiando apenas el objeto a demonizar, es decir, los palestinos. El plan es eliminarlos dado que son los malos de una película mal filmada. La masa mira con odio hacia afuera. Pero el enemigo está adentro. Y si está afuera habrá que combatirlo no tanto con las armas del horror sino con la verdad, la justicia y la inclusión social.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario