miércoles, 22 de octubre de 2014

Fidelidad

Está ese barco enorme que llegó al puerto sin aviso y con las luces apagadas. Parecía un buque fantasma pero no lo era. Aún con sus limitaciones pertenecía al mundo de las cosas reales y flotantes. Por alguna razón difícil de establecer arribó al puerto silencioso y lento como animal herido. Llegó al amarradero sin haber tocado una sola costa. Al parecer el viaje empezó en tierras lejanas y terminó muy cerca de una playa desierta. Al arribar la poca gente que aún permanecía a bordo fue tirándose al agua hasta que sólo quedó en cubierta el capitán, un sujeto oscuro y de pocas palabras. El hombre no quiso abandonar la nave y se hundió junto con ella o en ella como si lo hiciera adentro de una mujer. ¿Por qué? Por fidelidad.
L.

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