sábado, 25 de octubre de 2014

Palabras prohibidas

No sólo es cuestión de la censura exterior. Hace unos días este blog fue denunciado como ofensivo por un hombrecito gris que, al parecer, envenena los campos y tiene respuestas inofensivas para todo. Es, debe ser, un fantasma triste y sin alma que se jacta de sus bien cimentados valores morales. Después del dos viene el tres, el perro ladra, la lluvia cae, la suma de los ángulos interiores de un triángulo es igual a dos rectos. Pero dejemos al hombrecito gris y a su erección desvanecida. El verdadero enemigo está adentro. Las peores cárceles son las elegidas. Los silencios más graves son los aceptados con cabeza baja y sonrisa idiota y complacida. Silencios propios, cárceles propias, renunciar a ser y ganar el aplauso fingido de los otros. Despreciamos el paraíso por miedo a los mosquitos. Resignamos la vida para alcanzar una muerte cómoda. Nos perdemos el mar para no ser seducidos por sirenas con cola de pescado y pechos desnudos. Nos morimos de ganas de hacer y decir cosas misteriosamente encriptadas en la piel oscura. Nos negamos a pronunciar las únicas palabras que nos salvarían de las peores cárceles, es decir, de las elegidas. 
L.

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