jueves, 23 de octubre de 2014

Nadar contra la corriente

En todas las épocas existieron nadadores dispuestos a dar brazadas contra la corriente. Uno de ellos ha sido Henry David Thoreau. Escritor, filósofo y naturalista destacado el hombre nació en Concord, Massachussetts, Estados Unidos, el 17 de julio de 1817. Fue célebre por haber dejado la ciudad para irse a vivir a los bosques. En 1845 construyó una cabaña de troncos en las orillas del lago Walden y ahí, durante dos años, llevó una vida de trabajo, caminatas y estudio. Fue un hombre austero. Decía que durante la noche se orientaba en los bosques mejor con los pies que con los ojos. Se destacó en natación, pedestrismo, patinaje y remo. De baja estatura, constitución sólida, tez clara, graves y severos ojos azules, Thoreau se negó a pagar impuestos y fue preso por ello. No se avergonzó de su cuerpo. Al contrario. Se jactó de su fortaleza y practicó el nudismo sin saber que andar sin ropas tenía nombre. Sus contemporáneos cultos y atildados lo consideraron un anarquista y un salvaje. Permaneció siempre soltero, vivió solo, jamás asistió a una iglesia, nunca votó, no comía carne ni bebía vino. Había en su carácter algo irreductible y bello. Escribió libros hermosos -el mejor lleva el nombre de Walden- y en literatura se inclinó por los escritos primitivos, monstruosos y maravillosos. Rechazó la vida en las ciudades y los trabajos de oficina. Su última advertencia antes de morir (1862) fue un elogio de la vida incivilizada que practicó. "Si te designan empleado público en la ciudad -dijo- no irás a Tierra del Fuego este verano".
L.

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